El manual que utilizó Mauricio
Ya tenemos a Soria y a los suyos subiéndose literalmente por las paredes tras sentirse engañados por José Carlos Mauricio. Y van, ni se sabe. No repasaron a los clásicos, o mejor dicho, no repasaron a los clásicos en los que fundamenta sus teorías y sus principios (que los tiene) el camarada consejero, y así les ha ido. Tenemos en nuestra redacción a un experto en Mauricio, y más concretamente en el manual que aplica para que ninguno de sus acólitos crea que se ha vuelto loco o que se ha entregado al saqueo de las arcas públicas. Hagan un poco de memoria y verán que todo se explica: Mauricio justificó en 1991 ante sus más fieles ortodoxos comunistas el Pacto Salvar Gran Canaria (PP-CDS-Ican), como contrapeso al Pacto de Hormigón entre el PSOE y las AIC, en aplicación de la teoría marxista-leninista de la III Internacional, aquella que bajo la dirección de Stalin y en contraposición a Trotski, con Lenin ya muerto, abrió el debate entre socialismo en un solo país o revolución permanente. Todo va a encajar, ya lo verán.
La doble militancia china
Triunfó Stalin en los años veinte con su represión brutal hasta la eliminación física de todos sus oponentes en los Procesos de Moscú (1936-1938) y el asesinato de Trotski en México (1940), pero antes hizo virar la estrategia de la III Internacional desde los años 20, al comprobar que la mecha de la revolución prendía en países subdesarrollados: primero en China, al fomentar la alianza de los comunistas con la burguesía nacionalista incipiente, organizada en el Kuomintang de Sun Yat Sen, y después en los años 30 con la alianza antifascista tras el ascenso de Hitler al poder (1933), al prevalecer para los estalinistas el esfuerzo de ganar la guerra con la alianza con los burgueses antes de hacer la revolución social, que hubiese dado a los campesinos y trabajadores un motivo vital para la lucha. En el caso chino, curiosamente y al igual que en Coalición Canaria, se permitió la doble militancia en el PC chino y en el Kuomintang hasta la ruptura de 1927.
Alianza momentánea con las fuerzas burguesas
En el caso español, los estalinistas no querían hacer la revolución social sin ganar la guerra al fascismo para no asustar a los burgueses españoles, a Francia y a Inglaterra, que a pesar de todo no intervinieron en defensa de la II República. Pues bien, y agárrense que vienen curvas: la alianza de los comunistas con los burgueses incipientes se fundamenta en que en las sociedades poco desarrolladas, donde las condiciones objetivas para la revolución proletaria no están maduras, se debe atraer a las fuerzas burguesas progresistas a una coalición momentánea de intereses contra el imperialismo exterior o el feudalismo u oligarquía interiores. Esas fuerzas burguesas progresistas están alienadas. Ni siquiera son conscientes de su papel. No es la burguesía de toda la vida (en realidad, como tal burguesía, no existe, sino son oligarquía), sino que por medio de la acción de los comunistas se fomenta su progreso en lo económico para moldear una nueva burguesía nacional que haga la revolución económica democrática pendiente, bajo la vigilancia y dirección comunista porque esos nuevos ricos sólo piensan en ganar dinero. Después llegará la revolución socialista, que nunca llega, claro, con la destrucción de la nueva burguesía a manos de la fuerza proletaria emergente. ¿Les ponemos nombres o no hace falta?
La revolución sigue sin llegar
En el caso que nos ocupa, después del Pacto Salvar Gran Canaria, la alianza con AIC-CDS -ya CCN en Coalición Canaria- que se gesta en la moción de censura a Saavedra (1993) es el resultado del análisis comunista de que se debe crear una nueva burguesía nacional que articule el país como tal. Mauricio no lo explicó así de literal en un Curso de Verano, sino que simplemente, se lanzó a hablar a sus comunistas y acólitos de la necesidad de articular, moldear y dirigir a una nueva burguesía canaria, es decir la III Internacional atlántica. Lo malo es que olvidó contar que Stalin se puso tan pesado con lo de pactar con los burgueses de fuera y obligar a comunistas de otros países a hacerlo en su interior para salvar su cuello y su dictadura, que terminó por disolver en 1943 la III Internacional y mandar a hacer puñetas el objetivo teórico de la Revolución Mundial Proletaria. Entonces, tras la guerra, reclamó la vuelta a Rusia de los burgueses anticomunistas exiliados en Europa con la excusa de que podían revitalizar el país al ser mano de obra altamente cualificada. Los mandó a todos, o a casi todos, al Gulag. Y la revolución sigue sin llegar. Pobre Soria.
La doble militancia china
Triunfó Stalin en los años veinte con su represión brutal hasta la eliminación física de todos sus oponentes en los Procesos de Moscú (1936-1938) y el asesinato de Trotski en México (1940), pero antes hizo virar la estrategia de la III Internacional desde los años 20, al comprobar que la mecha de la revolución prendía en países subdesarrollados: primero en China, al fomentar la alianza de los comunistas con la burguesía nacionalista incipiente, organizada en el Kuomintang de Sun Yat Sen, y después en los años 30 con la alianza antifascista tras el ascenso de Hitler al poder (1933), al prevalecer para los estalinistas el esfuerzo de ganar la guerra con la alianza con los burgueses antes de hacer la revolución social, que hubiese dado a los campesinos y trabajadores un motivo vital para la lucha. En el caso chino, curiosamente y al igual que en Coalición Canaria, se permitió la doble militancia en el PC chino y en el Kuomintang hasta la ruptura de 1927.
Alianza momentánea con las fuerzas burguesas
En el caso español, los estalinistas no querían hacer la revolución social sin ganar la guerra al fascismo para no asustar a los burgueses españoles, a Francia y a Inglaterra, que a pesar de todo no intervinieron en defensa de la II República. Pues bien, y agárrense que vienen curvas: la alianza de los comunistas con los burgueses incipientes se fundamenta en que en las sociedades poco desarrolladas, donde las condiciones objetivas para la revolución proletaria no están maduras, se debe atraer a las fuerzas burguesas progresistas a una coalición momentánea de intereses contra el imperialismo exterior o el feudalismo u oligarquía interiores. Esas fuerzas burguesas progresistas están alienadas. Ni siquiera son conscientes de su papel. No es la burguesía de toda la vida (en realidad, como tal burguesía, no existe, sino son oligarquía), sino que por medio de la acción de los comunistas se fomenta su progreso en lo económico para moldear una nueva burguesía nacional que haga la revolución económica democrática pendiente, bajo la vigilancia y dirección comunista porque esos nuevos ricos sólo piensan en ganar dinero. Después llegará la revolución socialista, que nunca llega, claro, con la destrucción de la nueva burguesía a manos de la fuerza proletaria emergente. ¿Les ponemos nombres o no hace falta?
La revolución sigue sin llegar
En el caso que nos ocupa, después del Pacto Salvar Gran Canaria, la alianza con AIC-CDS -ya CCN en Coalición Canaria- que se gesta en la moción de censura a Saavedra (1993) es el resultado del análisis comunista de que se debe crear una nueva burguesía nacional que articule el país como tal. Mauricio no lo explicó así de literal en un Curso de Verano, sino que simplemente, se lanzó a hablar a sus comunistas y acólitos de la necesidad de articular, moldear y dirigir a una nueva burguesía canaria, es decir la III Internacional atlántica. Lo malo es que olvidó contar que Stalin se puso tan pesado con lo de pactar con los burgueses de fuera y obligar a comunistas de otros países a hacerlo en su interior para salvar su cuello y su dictadura, que terminó por disolver en 1943 la III Internacional y mandar a hacer puñetas el objetivo teórico de la Revolución Mundial Proletaria. Entonces, tras la guerra, reclamó la vuelta a Rusia de los burgueses anticomunistas exiliados en Europa con la excusa de que podían revitalizar el país al ser mano de obra altamente cualificada. Los mandó a todos, o a casi todos, al Gulag. Y la revolución sigue sin llegar. Pobre Soria.
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