Palacio de Congresos, Saturno y Hecansa

JOSE A. ALEMAN

Espero que mi condición de humilde canarión no sea óbice ni ápice para decirles que la tomadura de pelo sigue. En cosas grandes y en otras menudas, pero tomaduras de pelo, al fin, por parte de las féminas de la familia Martín, en este caso la que dice ser y llamarse Pilar Parejo, viceconsejera de Turismo y ática de pro, adscripción esta última que debe tomarse a título indicativo, no peyorativo, por más que su mero enunciativo sea significativo. Cuasi rimada salió la cosa de decirles que a Parejo se le ha visto el rejo, con perdón.

Lo digo mayormente porque me preguntan por ahí acerca del dichoso Palacio de Congresos del Sur (el grancanario, of course) y no sé qué decir. Ni repajolera idea pues nadie se ocupa ya de él, haciendo buena la idea de Parejo de que la clave reside en tomar decisiones y aguantar el chaparrón hasta que la cosa se calme. Tan cínico como cierto.

Sin embargo, a pesar de no saber qué hay, sí recuerdo la promesa de que lo del Palacio congresual estaría solucionado antes de Navidades. Como el anuncio se produjera allá por el verano de 2003, pensé que hablaba Parejo de las Navidades de ese año; y como no hubo entonces solución y ésta tampoco se produjo antes de las de 2004, es por lo que debo deducir y deduzco, a las puertas de la Semana Santa de 2005, que se refería a unas Navidades cualquiera, de aquí a finales de siglo. O sea, que todavía está en tiempo de cumplir.

Cualquier escribano puede hacer un borrón, de modo que no le tomaré en cuenta lo del Palacio de Congresos por mor de no estimular el pleitismo. Dos no se pelean si uno no quiere y ya nos hemos acostumbrado tanto los canariones a recibir bofetadas sin replicar y a presentar la otra mejilla para lo que gusten disponer que prefiero correr un estúpido que no tupido velo y evitar discusiones.

Luego está lo de Saturno. Parejo la “deslocalizó” de Gran Canaria ofreciendo a cambio desde Tenerife esa magnifiscente sustituta llamada “Turismo de Canarias”. Que no funciona y no, menos mal, por culpa de los canariones, pues han sido varios cabildos los que han puesto el grito en el cielo. Parece que hay más gente a la que se le acaba de llenar el buche. Un fracaso que no se le tiene en cuenta a la viceconsejera de Turismo porque, después de todo, no ha afectado a la promoción de Tenerife y mientras sea así, todo va bien.

Otrosí, de Hecansa. Se cargó Parejo los estudios de alta dirección hotelera por motivos diversos, entre los que no figura oficialmente el que fueran de iniciativa acanarionada. Liquidó algo que funcionaba tan razonablemente que la inmensa mayoría de los alumnos salían bien colocados y no falta gente encantada de cuanto les sirvieron estos estudios para montar y gestionar con éxito sus propios negocios.

Pero llegó Parejo y mandó a parar. Había que acabar con eso y acabó, qué nos íbamos a creer. Por primera vez en la Historia un mandatario liquida por decreto algo que funciona y para salir del trance, aparte de anunciar la oferta de títulos de nivel más bajo, lo que ya tiene bemoles, dijo que en febrero habría una tremenda oferta de cursos de formación en Hecansa. He esperado pacientemente, a ver y ya estamos en marzo sin que se haya producido la invasión formativa. Es cierto que febrero es un mes cortito, que encima no estamos en bisiesto, cosa que lo acorta aún más, pero tiempo ha tenido.

Parejo se centró tanto en la cornada a Hecansa debido a su impuro origen canarión que ni se ocupó de preparar lo que pudiera sustituirla. Más o menos como Bush en Irak, donde embistió tan a lo bestia que olvidó el repuesto del Estado destruido, que trata ahora de coger cuerpo.

Han sido, por no citar otras, las tres principales torpezas de Parejo, que no por ello deja de estar ahí decidiendo a costa del pánfilo Herrera de quien apenas se conocen otras reacciones que algún cabreo puntual y sin consecuencias. En un lugar donde el nepotismo no tuviera el prestigio de que goza aquí, pifiazos como los referidos le hubieran costado el cese. Pero estamos donde estamos y mandados por quienes saben.
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