El mirador de Fataga, lleno de basura desde que el concesionario renunció al contrato
La Degollada de la Yegüa, con una altitud sobre el nivel del mar de 550 metros, es el mejor mirador del paisaje sureño y punto obligado de parada en el recorrido de la carretera que adentra en la isla procedente de Maspalomas y enlaza al barranco de Fataga. Para reforzar esta condición natural del espacio hace una década el Cabildo de Gran Canaria optó por construir un restaurante mirador pensando en ofertar un nuevo producto para disfrute de los visitantes.
La explotación y gestión del equipamiento se entregó a un concesionario, que pese al atractivo del entorno y condiciones singulares el lugar no consiguió los objetivos perseguidos por la institucion insular. Al parecer los turistas llegaban, se hacían la foto, pero no consumían, con lo cual la actividad nunca terminó de arrancar. En esas condiciones el concesionario resolvió renunciar a la contrata y desde entonces el edificio permanece en el más absoluto abandono.
La imagen que ofrece en estos momentos es el de una edificación prácticamente en ruinas, con cristaleras, puertas, ventanas y baños destrozados por el vandalismo que campa a sus anchas en una construcción totalmente deteriorada. En los últimos tiempos se ha procedido a su tapiado para impedir el acceso de los visitantes a sus ruinosas dependencias.
Si con el proyecto se pretendió reforzar la imagen de la zona, con lo que ahora pueden encontrar los visitantes cuando llegan al lugar lo más seguro es que consigan el efecto contrario: una muy mala y perjudicial imagen no sólo para el municipio de San Bartolomé de Tirajana sino para todo Gran Canaria, porque este punto de interés turístico figura como recomendado en casi todas las guías turísticas que se venden en el mercado.
Por el momento se desconoce los motivos por los cuales el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y su Concejalía de Turismo no se han preocupado por modificar esta situación. Tampoco el Cabildo parece demasiado interesado en cambiar la imagen. Algunos opinan que lo más seguro es que ni el consejero de Turismo, Juan José Cardona, ni el edil del área en Maspalomas, Jaime Bouzón, tengan la menor idea de lo que está ocurriendo con esta instalación pública, donde en su momento se han invertido cantidades importantes para contar con un equipamiento, que en estos momentos ya sea por desinterés, desidia o desconocimiento se ha convertido en otro innecesario golpe para la imagen turística de la zona que más que nunca necesita de un cambio profundo.
La explotación y gestión del equipamiento se entregó a un concesionario, que pese al atractivo del entorno y condiciones singulares el lugar no consiguió los objetivos perseguidos por la institucion insular. Al parecer los turistas llegaban, se hacían la foto, pero no consumían, con lo cual la actividad nunca terminó de arrancar. En esas condiciones el concesionario resolvió renunciar a la contrata y desde entonces el edificio permanece en el más absoluto abandono.
La imagen que ofrece en estos momentos es el de una edificación prácticamente en ruinas, con cristaleras, puertas, ventanas y baños destrozados por el vandalismo que campa a sus anchas en una construcción totalmente deteriorada. En los últimos tiempos se ha procedido a su tapiado para impedir el acceso de los visitantes a sus ruinosas dependencias.
Si con el proyecto se pretendió reforzar la imagen de la zona, con lo que ahora pueden encontrar los visitantes cuando llegan al lugar lo más seguro es que consigan el efecto contrario: una muy mala y perjudicial imagen no sólo para el municipio de San Bartolomé de Tirajana sino para todo Gran Canaria, porque este punto de interés turístico figura como recomendado en casi todas las guías turísticas que se venden en el mercado.
Por el momento se desconoce los motivos por los cuales el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y su Concejalía de Turismo no se han preocupado por modificar esta situación. Tampoco el Cabildo parece demasiado interesado en cambiar la imagen. Algunos opinan que lo más seguro es que ni el consejero de Turismo, Juan José Cardona, ni el edil del área en Maspalomas, Jaime Bouzón, tengan la menor idea de lo que está ocurriendo con esta instalación pública, donde en su momento se han invertido cantidades importantes para contar con un equipamiento, que en estos momentos ya sea por desinterés, desidia o desconocimiento se ha convertido en otro innecesario golpe para la imagen turística de la zona que más que nunca necesita de un cambio profundo.
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