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La Voz de Gran Canaria

Las ruinas de Las Canteras

Las ruinas de Las Canteras Los responsables del Ayuntamiento capitalino suelen referirse a Las Canteras como la joya de la ciudad y la mejor playa de Europa, afirmaciones que contrastan con el grave deterioro que
padecen las viejas casas terreras del paseo. Los dedos de las dos manos ya no bastan para enumerar los inmuebles abandonados, en estado de ruina y cerrados a cal y canto. Los años pasan y los edificios cada vez se deterioran más, una decadencia que va pareja con el cierre de bares y restaurantes, clara señal de que el paseo de Las Canteras no atraviesa por sus mejores tiempos.

Los habituales de la avenida se quejan de que nadie haga nada por cuidar la pésima imagen que el mal estado de estos inmuebles dan a la principal zona turística de la ciudad. La histórica Casa Apolinario, más conocida como House Ming, constituye el símbolo del estado de la degradación que aqueja a los viejos inmuebles del paseo. Construido en 1906, el caserón diseñado por Laureano Arroyo permanece abandonado en pleno corazón del paseo desde hace más de año y medio. Desde que los arrendatarios y dueños del restaurante House Ming cerraron el negocio, el deterioro del edificio, con las paredes de las fachadas desconchadas, los techos a punto de caerse y las ventanas con los cristales rotos y las maderas carcomidas, no ha hecho más que acelerarse.

Pero la Casa Apolinario no es el inmueble que peor está. Comenzando el paseo por el Auditorio, una de las primeras imágenes que asaltan al paseante, a la altura del bar Bosmediano, son las viejas casuchas sin encalar, con los bloques a la vista y carcomidas por el marote. Son las viejas casas que quedaron, con las vergüenzas al aire, cuando se amplió el paseo hasta la Cícer. Más de tres años han pasado desde que se terminó esta zona del paseo y las casas y las medianeras de las que fueron derribadas permanecen ahí.

Algunas han sido derruidas y en su lugar han quedado solares cercados por vallas carcomidas por el óxido o lonas puestas de cualquier manera. Nada más atravesar la bajada del polémico parking de la Cícer, aparece un edificio de apartamentos, viva imagen del abandono. Una manzana más allá, el viejo hotel Sansofé aparece inmerso en pleno zafarrancho de reformas. Entre esta zona y la playa Chica son varias las casas que aparecen en ruinas, algunas precintadas y otras rodeadas de vallas porque los cascotes amenazan con desprenderse de los balcones. En plena Playa Chica, el paisaje es deprimente. La vieja casa del muro Marrero ha desaparecido y en su lugar se levanta un nuevo edificio. En el otro extremo de la manzana,
un solar y las medianeras de bloques son la única huella que queda de otro edificio también derribado. En medio, un desvencijado caserón canario parece estar condenado también a la piqueta. Entre el Reina Isabel y la calle Hierro, tres casas más aparecen con los balcones apuntalados, cerradas a cal y canto y las preceptivas vallas.

Nada más pasar la zona de La Puntilla, vuelven a aparecer las viejas casas en ruinas. La mayoría de las viviendas de esta zona del paseo están bien cuidadas y le dan a la prolongación de la avenida hasta El Confital una imagen pintoresca de barrio marinero,
pero son muchas las que aparecen sin pintar, desconchadas y algunas en estado ruinoso. Un ejemplo de ello, lo constituye el inmueble que está al lado del restaurante Los Caletones. Su estado de deterioro es tal, que a nadie le extrañaría que se cayera cualquier día.
Pero es sin duda la casa de Chano el Peligroso -así figura en su placa- el ejemplo de construcción que no debería estar en el paseo. Los usuarios de la avenida no se explican cómo ha escapado esta especie de chamizo, que sobrevive en plena avenida del lado del mar.

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