Despropósitos de maniobra
ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA
Las últimas maniobras aeronavales en Canarias han roto todos los anteriores récord del despropósito. Es cierto, efectivamente, que como señalan las leyes de Murphy, todo lo que puede empeorar, empeorará sin remedio. En primer lugar, la irresponsable actuación de algunos políticos canarios, herreños en primera fila, que han planteado los ejercicios de adiestramiento militar como si se tratara de una ´invasión´, de una intolerable ofensa para
las Islas y de un cúmulo de acechanzas ´desestructurantes´ para la fauna marina. Todo, una demagogia que forma parte ya del populismo desenfrenado que ha ido configurando lo que podría definirse como ´concepto bananaria´. Los dirigentes de El Hierro en lugar destacado: fueron incapaces de asumir la defensa, en su día, de aquel proyecto que fue el de situar en su tierra una ´lanzadera´ para microsatélites científicos, que hubiera puesto a la isla en el circuito de la primera línea de investigación mundial. Pero ganó la retórica falsopacifista que plantea estos asuntos como una ecuación demoníaca en la que el resultado final es la OTAN y la guerra de las galaxias. Se olvidan de algunos aspectos fundamentales: estos días, concretamente, la estación espacial internacional hace ensayos en ausencia de gravedad para la búsqueda de la vacuna definitiva contra el sida. Gracias a la conquista del espacio, ha avanzado la ciencia que se aplica en la Tierra en todas sus facetas: la médica, las comunicaciones, la digital... incluidos los municipios de Valverde y Frontera.
Algo parecido sucede con la instalación del radar de Malpaso, imprescindible para mejorar el control y la seguridad de los vuelos en el espacio aéreo de Canarias, haciendo luz en la ´sombra´ del Teide, y para que no se produzcan episodios críticos de ´congestión´. También aquí se ha impuesto la insolidaridad instintiva y la falta de realismo. Se han confundido los molinos con gigantes, que fue la forma en que Miguel de Cervantes plasmó los delirios
del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que era ingenioso pero estaba loco. Las visiones catastrofistas que ha heredado los fantasmas de la ´guerra fría´, asumidos a título de inventario por el nacionalismo primario y el comunismo en trance, son como los personajes creados por la mente enferma del matemático John Nasch (extraordinaria la película ´Una mente prodigiosa) que lo atosigaban hasta la locura. Hasta que los consiguió ignorar no pudo superar su enfermedad... y recibir el Nobel (1994).
La otra faceta del problema ha sido la torpe actuación de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que desalojó a dos cruceros del muelle de Santa Catalina para dar esos atraques a buques de la Armada. Aquí se perdió el sentido común en su globalidad: los tripulantes de los navíos de guerra son soldados profesionales, desde la tropa a los contralmirantes, que pueden perfectamente ir en guagua a la ciudad. Lo que no es sensato es desplazar a los trasatlánticos al ´muelle grande´, en medio del trajín comercial... y situarlos al lado del barco negrero, fuera del circuito turístico del puerto. Con este tipo de anormalidades se cargan de razones los que ven a las Fuerzas Armadas como elementos ajenos a la sociedad y, en algún caso, hasta como enemigos. Todo por el papanatismo de algunos que quieren ser más papistas que el papa. Además, se crea confusión: la misma Autoridad Portuaria que está empeñada en ´rescatar´ la Base Naval y en enviarla a la periferia portuaria, como mínimo, considera importantísimo y prioritario que el portaviones Príncipe de Asturias y su flotilla amarren en el ´martillo´ de Santa Catalina. ¿En qué quedamos? Porque si se argumenta que era el lugar idóneo para la accesibilidad de las tripulaciones, aquejadas por lo visto de una repentina lumbalgia caminante colectiva, ¿cómo se proyecta desmilitarizar el Arsenal y mudar la actividad a las dársenas exteriores? Un puro dislate: una de las grandes prioridades estratégicas de Las Palmas de Gran Canaria es el turismo marítimo, una actividad con un fenomenal efecto multiplicador que se trata de ´restaurar´ desde hace años, no siempre con eficiencia y buen juicio. Los viajeros que han desembarcado entre contenedores y coches de policías no tienen ningún motivo para estar satisfechos con la escala; probablemente muchos de ellos habrán jurado no repetir. Si se hubiera hecho una encuesta el resultado estaría cantado.
Hay pequeñas cosas que ocasionan grandes problemas, como ha sido el caso. Las consignatarias suelen quejarse de que no existe una íntima convicción portuaria de la importancia de este tráfico; que los mejores afanes se canalizan hacia la especulación urbanística y hacia los contenedores que, siendo un sector de grandes posibilidades tiene una productividad mucho menor, a la debida escala comparativa, que la turística, una ´mina´ para la agonizante economía comercial de la capital, el ´shoping´ de los buenos viejos tiempos de la Castle o la Cunard, o incluso que la pesquera, asimismo de un atractivo efecto cascada por los empleos generados O sea, una esperpéntica bola de nieve tercermundista. Y sin incluir la evacuación de las aguas fecales, que ésa es otra.
Las últimas maniobras aeronavales en Canarias han roto todos los anteriores récord del despropósito. Es cierto, efectivamente, que como señalan las leyes de Murphy, todo lo que puede empeorar, empeorará sin remedio. En primer lugar, la irresponsable actuación de algunos políticos canarios, herreños en primera fila, que han planteado los ejercicios de adiestramiento militar como si se tratara de una ´invasión´, de una intolerable ofensa para
las Islas y de un cúmulo de acechanzas ´desestructurantes´ para la fauna marina. Todo, una demagogia que forma parte ya del populismo desenfrenado que ha ido configurando lo que podría definirse como ´concepto bananaria´. Los dirigentes de El Hierro en lugar destacado: fueron incapaces de asumir la defensa, en su día, de aquel proyecto que fue el de situar en su tierra una ´lanzadera´ para microsatélites científicos, que hubiera puesto a la isla en el circuito de la primera línea de investigación mundial. Pero ganó la retórica falsopacifista que plantea estos asuntos como una ecuación demoníaca en la que el resultado final es la OTAN y la guerra de las galaxias. Se olvidan de algunos aspectos fundamentales: estos días, concretamente, la estación espacial internacional hace ensayos en ausencia de gravedad para la búsqueda de la vacuna definitiva contra el sida. Gracias a la conquista del espacio, ha avanzado la ciencia que se aplica en la Tierra en todas sus facetas: la médica, las comunicaciones, la digital... incluidos los municipios de Valverde y Frontera.
Algo parecido sucede con la instalación del radar de Malpaso, imprescindible para mejorar el control y la seguridad de los vuelos en el espacio aéreo de Canarias, haciendo luz en la ´sombra´ del Teide, y para que no se produzcan episodios críticos de ´congestión´. También aquí se ha impuesto la insolidaridad instintiva y la falta de realismo. Se han confundido los molinos con gigantes, que fue la forma en que Miguel de Cervantes plasmó los delirios
del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que era ingenioso pero estaba loco. Las visiones catastrofistas que ha heredado los fantasmas de la ´guerra fría´, asumidos a título de inventario por el nacionalismo primario y el comunismo en trance, son como los personajes creados por la mente enferma del matemático John Nasch (extraordinaria la película ´Una mente prodigiosa) que lo atosigaban hasta la locura. Hasta que los consiguió ignorar no pudo superar su enfermedad... y recibir el Nobel (1994).
La otra faceta del problema ha sido la torpe actuación de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que desalojó a dos cruceros del muelle de Santa Catalina para dar esos atraques a buques de la Armada. Aquí se perdió el sentido común en su globalidad: los tripulantes de los navíos de guerra son soldados profesionales, desde la tropa a los contralmirantes, que pueden perfectamente ir en guagua a la ciudad. Lo que no es sensato es desplazar a los trasatlánticos al ´muelle grande´, en medio del trajín comercial... y situarlos al lado del barco negrero, fuera del circuito turístico del puerto. Con este tipo de anormalidades se cargan de razones los que ven a las Fuerzas Armadas como elementos ajenos a la sociedad y, en algún caso, hasta como enemigos. Todo por el papanatismo de algunos que quieren ser más papistas que el papa. Además, se crea confusión: la misma Autoridad Portuaria que está empeñada en ´rescatar´ la Base Naval y en enviarla a la periferia portuaria, como mínimo, considera importantísimo y prioritario que el portaviones Príncipe de Asturias y su flotilla amarren en el ´martillo´ de Santa Catalina. ¿En qué quedamos? Porque si se argumenta que era el lugar idóneo para la accesibilidad de las tripulaciones, aquejadas por lo visto de una repentina lumbalgia caminante colectiva, ¿cómo se proyecta desmilitarizar el Arsenal y mudar la actividad a las dársenas exteriores? Un puro dislate: una de las grandes prioridades estratégicas de Las Palmas de Gran Canaria es el turismo marítimo, una actividad con un fenomenal efecto multiplicador que se trata de ´restaurar´ desde hace años, no siempre con eficiencia y buen juicio. Los viajeros que han desembarcado entre contenedores y coches de policías no tienen ningún motivo para estar satisfechos con la escala; probablemente muchos de ellos habrán jurado no repetir. Si se hubiera hecho una encuesta el resultado estaría cantado.
Hay pequeñas cosas que ocasionan grandes problemas, como ha sido el caso. Las consignatarias suelen quejarse de que no existe una íntima convicción portuaria de la importancia de este tráfico; que los mejores afanes se canalizan hacia la especulación urbanística y hacia los contenedores que, siendo un sector de grandes posibilidades tiene una productividad mucho menor, a la debida escala comparativa, que la turística, una ´mina´ para la agonizante economía comercial de la capital, el ´shoping´ de los buenos viejos tiempos de la Castle o la Cunard, o incluso que la pesquera, asimismo de un atractivo efecto cascada por los empleos generados O sea, una esperpéntica bola de nieve tercermundista. Y sin incluir la evacuación de las aguas fecales, que ésa es otra.
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