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La Voz de Gran Canaria

"¡Ya están piando los canarios!"

"¡Ya están piando los canarios!" Cuando María Bernarda Barrios aterrizó en 1993 en el Congreso de los Diputados y tuvo que hacer frente a los cientos de horas de avión y a las interminables noches de hotel lejos de casa, se empezó a preguntar cómo sería la vida y la actividad pública de tantos y tantos diputados canarios, hasta un total de 327, que han ocupado escaño en la Carrera de San Jerónimo madrileña, máxime en tiempos en que, por ejemplo, llegar hasta Madrid podía costar veinte días de barco y carromato.

Su investigación, que ha durado casi una década, y que espera ver pronto convertida en un libro, le llevó pronto a la percepción de que el "problema canario", así se conocía al pleito insular, ha centrado al menos el 50% de las intervenciones de los diputados canarios en Madrid, en larguísimos debates entre tinerfeños y grancanarios que a veces se prolongaban durante tres días y que, al parecer, aburrían hasta la saciedad a sus compañeros peninsulares. Frases como "¡Ya están piando los canarios otra vez!" o "¿Hasta qué hora vamos a estar aquí?" se podían escuchar en el hemiciclo cuando iniciaban sus diatribas los diputados canarios.

La presencia de representantes de Canarias en el constitucionalismo español comienza ya en 1808 con el Estatuto de Bayona, en el que participaron Antonio Saviñón y Estanislao de Lugo Viña. En realidad se trataba de dos cortesanos afincados en Madrid, músico y jurista de mucho prestigio, cuyo origen, eso sí, era canario. Muchos de los políticos isleños del siglo XIX o bien residían en la capital, como los dos casos citados, o bien se trasladaban hasta Madrid para residir allí con sus familias y nunca regresaban. Algunos, incluso, tras su actividad pública cayeron en la miseria, como Feliciano Pérez Zamora.

Ya desde las Cortes de Cádiz, que arrancaron en 1810, los diputados canarios comenzaron sus disputas. En esta ocasión se trataba de escoger una ciudad que fuera sede para la elección de diputados de la circunscripción de Canarias. El diputado grancanario Pedro Gordillo Ramos, que llegaría a ser presidente de las Cortes de Cádiz en 1813, convenció a la Cámara para que dicha ciudad fuera Canaria (hoy Las Palmas de Gran Canaria) frente a las tesis defendidas
por Santiago Key y Muñoz (Tenerife). Debate inútil que duró tres días, porque al final el Capitán General de las Islas, afincado en Santa Cruz, se adelantó e instaló la sede en esta última ciudad. Tras esta pugna estaba la lucha por la capitalidad, que oficialmente ostentaba Santa Cruz y que Las Palmas quería arrebatarle alegando derechos históricos y pujanza económica y comercial. Durante años se mantuvo esta lid que se manifestó de mil maneras: Tenerife quería tener una Audiencia de lo criminal y Gran Canaria se oponía, Las Palmas pedía una delegación del Ministerio de Obras Públicas y Tenerife que nones. Así durante cien años.

Los intentos del diputado Nicolás Estévanez por poner de acuerdo a diputados de ambas islas durante la I República fracasaron con estrépito. Los reunió y les convenció de que Canarias se convertiría en dos entidades dentro de la estructura federal que vería la luz con la República. Al regreso de los diputados a Canarias, casi los linchan. Tanto en Tenerife como en Gran Canaria les acusaban de haber cedido a los intereses de la otra isla. Y es que lo que estaba en juego era el poder y la hegemonía de unas élites sobre otras. Con la llegada del siglo XX la batalla se enconó aún más y pasó de ser por la capitalidad a la división
provincial. Sonados fueron los debates entre José del Perojo (Gran Canaria) y el marqués de Casalaiglesia o Félix Benítez de Lugo (Tenerife).

Mientras los grancanarios acusaban de "dominación" y "tiranía" a Tenerife, los diputados de esta isla respondían que todo se debía a "la ambición desenfrenada de Las Palmas por la capitalidad", también llamada "esa ciega y loca pasión de la ciudad de Las Palmas". Hasta tal punto se llegó que destacados políticos nacionales como Canalejas o Antonio Maura trataron de poner paz en el asunto. Este último aseguró, en una ocasión, tener "testimonios copiosísimos de esa dualidad, efervescencia, no sé cómo decirlo, de esa exaltación", en referencia al problema canario, prometiendo a unos y otros tener "para todos igual afecto e igual solicitud".

Maura, presidente de España en varias ocasiones, era de origen mallorquín y también llegó a decir en 1908 que "en las Baleares tiene cada isla su individualidad y no ha llegado por fortuna (el enfrentamiento entre islas) a tener el carácter crónico que tiene en Canarias."

1 comentario

Alfonso -

Interesante...