Peregrinos a los pies del Cristo de Telde
Más de 5.000 personas se acercaron esta semana a la Basílica de San Juan en Telde (Gran Canaria) para dar gracias por los favores recibidos ante la venerada imagen.
Antonio José Fernández
La tradición religiosa apunta desde hace décadas que el Santo Cristo de Telde es la imagen que mayor devoción y veneración despierta en la Isla tras la Virgen del Pino. No hay estadísticas para confirmarlo, pero sí presencia de peregrinos y devotos. Durante los diez días en los que la pieza manufacturada por los indios de Michoacán permanece a la vera del altar mayor, son más de 5.000 las personas que acuden hasta la Basílica de San Juan para pagar una promesa, darle las gracias por algo que le han pedido o, simplemente, rezar en silencio a sus pies.
La tranquilidad del verano se prolonga en Telde una semana más que en el resto de la isla. La actividad política vuelve con más bullicio que nunca tras la celebración del Día del Pino, pero en la ciudad de los faycanes se disfruta una especie de prórroga propiciada por la llegada de las fiestas religiosas más conocidas del municipio, las del Cristo de Telde. Como hace ya 51 años, la pieza elaborada en el siglo XVI por una tribu mexicana abandona su hornacina para vivir diez intensos días más cerca de los suyos.
El punto de inflexión se sitúa en la bajada, desarrollada con la ayuda de ocho mayordomos. A partir de esa noche, se inicia un lento y constante goteo de peregrinos que desde los más diversos puntos de Gran Canaria se acercan hasta la Basílica de San Juan. La afluencia de devotos es tal que durante la semana se ofician una media de tres misas al día. Y pese a tratarse de jornadas laborales, a cada una de ellas acuden no menos de 200 personas. La fe no entiende de crisis.
Laureano Betancor es uno de los voluntarios de la parroquia que presencia este fenómeno. Durante esta semana, la venta de objetos con la imagen del Cristo se dispara, al igual que los rostros de satisfacción y los gestos de agradecimiento hacia favores concedidos. Solo entre los días 10 y 22 de septiembre -hoy, cuando se produce la subida de la pieza- pasan por el templo más de 5.000 fieles.
Niza Quintana es una de las habituales. "Llevo toda la vida viniendo a verlo", resume tras comprar un librito y otros objetos religiosos mientras el párroco José María Cabrera inicia su homilía. "Le tengo mucha devoción. Mientras viva vendré porque me ha ayudado en muchas cosas. El domingo no fallaré. Estaré aquí con mi hermana, que vive en Valsequillo".
En tono similar se expresa Antonia María González, que este año ha venido dos veces. Una de ellas, caminando desde La Garita. "Le pedí una cosa y se me concedió, así que he repetido. Tengo mucha fe en él y sé que nos escucha donde quiera que estemos", musita ante el recinto. Unos metros más hacia el interior es Manuel López, de Santa Brígida, el que sigue con atención las palabras del párroco. Ensimismado, acompañado por su hermana, relata que su relación con la imagen es de "pura devoción". Él fue una de las 1.500 personas que el día 12 presenció el descenso del Cristo. Su cita es inaplazable.
Nacida y criada en el lugar es María Jesús Santana, "justo ahí, en la placetilla", detalla. Se casó en la Basílica hace 40 años, cuando Juan Artiles ejercía de párroco en Telde. "Me fui a vivir a El Calero, pero lo quiero mucho. Siempre me ha ayudado y voy con una foto suya a todos lados", apunta ante la mirada de su hija Natalia Bordón. "Mientras las piernitas me lo permitan, aquí estaré". Palabra de fe.
La Provincia, 22-9-2013
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