El tren que nos une
Román Rodríguez
Vicepresidente del Cabildo Insular de Gran Canaria
Por unanimidad, con el pronunciamiento favorable de los 29 representantes de los ciudadanos y ciudadanas de Gran Canaria en el Cabildo. Con el voto de los integrantes de las cuatro fuerzas políticas con presencia en la institución, las que forman el grupo de Gobierno, PSOE y NC, y las que ejercen la labor de oposición, PP y CC. Así se aprobó en pleno extraordinario de la Corporación la solicitud de fondos de la Comunidad Canaria y del Estado para la implantación del transporte guiado en nuestra isla.
Un consenso que aplaudimos y que se convierte en pública muestra del empuje que la sociedad grancanaria quiere dar a la implantación del tren que unirá, en su primera fase, la capital con el sur de la isla, desde el parque de Santa Catalina a Meloneras.
Partidas económicas
Ese acuerdo unánime de los grupos del Cabildo insular insta al Gobierno del Estado y al de Canarias a contemplar en los presupuestos de ambas administraciones para 2009 sendas partidas para financiar el proyecto y la obra del tren, que ha sido respaldado por todos los representantes de los ciudadanos de Gran Canaria en el pleno de la institución insular en dos anteriores ocasiones.
El grupo de Gobierno del Cabildo continúa trabajando para que el tren sea una realidad en 2016. En ese sentido, ya se ha remitido a la Cotmac la memoria ambiental del Plan Territorial Especial (PTE) 21 que supone la reserva del suelo por el que discurrirán los futuros raíles, de manera que con toda probabilidad la redacción del proyecto se podrá encargar en el primer semestre del próximo año. Asimismo, está pendiente de concurso el plan territorial 22 para la comunicación de la capital con la comarca del norte.
No hay que olvidar que el tren de Gran Canaria supondrá la mayor obra pública que se ha hecho en esta isla en toda su historia. Y que la inversión prevista en la primera fase, que superará los 1.000 millones de euros, significará una sustancial mejora en el sistema de transporte público y, al mismo tiempo, un significativo empuje a la economía de la isla, con la creación de miles de puestos de trabajo.
La puesta en marcha de este sistema de transporte supone un compromiso firme por la eficacia en la movilidad de las personas, ganando en rapidez y en comodidad. Y una apuesta por la reducción de los actuales y elevados impactos medioambientales del tráfico rodado y su constante y creciente ocupación de territorio, y, asimismo, por el incremento de la seguridad de los viajeros.
Como bien señala el catedrático de Transporte Público Andrés Monzón de Cáceres en Externalidades del transporte y ferrocarriles urbanos en los distintos estudios efectuados por los expertos en movilidad, se aprecia claramente que las ciudades con mayor proporción de transporte público son las que tienen una oferta de calidad de modos guiados. Añadiendo que la mayor utilización de los servicios de transporte urbano depende, sobre todo, de que la oferta sea adecuada y competitiva, y ahí el transporte guiado es fundamental.
El actual panorama del tráfico en Gran Canaria es auténticamente desolador. La primacía del transporte privado es absoluta: por cada ciudadano que utiliza el transporte público hay seis que optan por el privado. En ciudades como Madrid la referencia es uno a uno; y en Barcelona y otras ciudades europeas ocurre otro tanto.
No podemos seguir creciendo en carreteras porque supone más consumo de territorio. Una autopista consume 85 metros de ancho frente a los 15 que precisa el tren cuando va por superficie, permitiendo incluso ganar suelo en los tramos en que es subterráneo. Además, el volumen del parque móvil en la isla (muy por encima de los porcentajes del territorio continental español) es claramente insostenible, siendo la principal causa de nuestros elevados índices de emisiones de CO2 a la Atmósfera.
Triplicar
Por razones económicas, de movilidad, medio ambientales y de seguridad vial, debemos aspirar a revertir la situación actual y a lograr en una década multiplicar al menos por tres el uso de los modos públicos de transporte, pasando de los actuales 75 millones de viajeros anuales a alcanzar los 230 millones en 2020.
Un objetivo perfectamente alcanzable y que nos colocaría en una proporción de tres a uno en viajeros en transporte privado frente a público, acercándonos a la media de las grandes áreas metropolitanas, de la que hoy estamos completamente alejados. Y la adecuada combinación del tren con guaguas y taxis se ha mostrado como la forma más impactante de lograr ese cambio a favor de los modos colectivos de transporte, es decir, a favor de una movilidad sostenible y con futuro.
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