Gran Canaria se frena...¿y Tenerife?
FRANCISCO SUÁREZ ÁLAMO
Hagamos un ejercicio de memoria. Tomemos como referencia las dos últimas semanas y planteémonos qué noticias en positivo ha generado Gran Canaria. Efectuemos un apresurado balance de la vida institucional e intentemos llegar a la conclusión de en qué área se ha avanzado un milímetro. El inventario puede ser, más o menos, el siguiente: el Cabildo está paralizado por el impacto que en el grupo de gobierno (Partido Popular) tienen los dos casos de presuntas corrupciones que atenazan la vida pública (operaciones Eolo y Faycán); para colmo, hasta la Casa Palacio cierra sus puertas por miedo al derrumbe; el Ayuntamiento de la capital ha visto cómo hasta el Carnaval ha quedado judicializado precisamente por la torpeza y la rebeldía del Consistorio; la Cámara de Comercio está empantanada por la guerra electoral; la Confederación Canaria de Empresarios está contaminada por el duelo cameral y cada reunión que se celebra su junta directiva incluye en el orden del día un punto relativo al pulso entre sectoriales; la Universidad desapareció del escenario y lo único que se sabe del equipo rectoral es que esperan a que Manuel Lobo deshoje la margarita de si concurre o no a las elecciones; el Puerto sigue a la espera de ver qué medidas se toman para detener la progresiva pérdida de trasbordo de contenedores, a lo que se añade la sorpresa de saber que uno de sus más importantes empresarios (Esquível) aparece en la hoja de ruta de la trama eólica y que el ex presidente de la Autoridad Portuaria (José Manuel Arnaiz) puede ser enjuiciado por Fomento -o por el propio Miguel Ángel Parramón-; el Centro Atlántico de Arte Moderno sufre el portazo maleducado de una directora que nunca entendió dónde estaba; en San Bartolomé de Tirajana, la alcaldesa (Concepción Narváez) se interesa más por hacerse una foto con dos importantes empresarios (Eustasio López y Santiago Santana Cazorla), como si bajo el sol de Gran Canaria no hubiese nadie más, y todavía la están esperando los comerciantes de Maspalomas que lloran por las esquinas al ver cómo la playa se queda progresivamente sin arena y sus negocios cierran por la fuga de turistas que venían buscando las dunas y ahora sólo ven piedras, pateras y cayucos y en la costa; el Cabildo y el Gobierno aprovechan cualquier excusa para llevarse a los tribunales, incluido algo tan delicado como la atención a los menores inmigrantes...
La lista podría prolongarse pero no se trata de deprimir a nadie. Ver la botella medio vacia y consolarse bebiendo lo que resta, sirve de bien poco. Lo que interesa es la foto: una Isla sobrecogida y paralizada. Lo primero es fruto de la lógica pues no todos los días abre sus puertas El Salto del Negro para recibir a visitantes que hasta hace poco tenían tratamiento de ilustres. En cuanto a la parálisis, hay que apuntar dos reflexiones: 1) las instituciones, y quienes están al frente, deben demostrar en el día a día que Gran Canaria es posible; de lo contrario, nadie creerá que están tan libres de pecado como pregonan; y 2) todavía estamos esperando que la Justicia actúe con la misma diligencia en Tenerife. No es una cuestión de equilibrios sino, precisamente, de hacer Justicia allí donde hay sombras de duda. Y vaya si las hay en esa Isla. Para empezar, alguien podría darse un baño en Las Teresitas para refrescar la memoria...
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GRAN Canarión -