La influencia ática en la Iglesia
LORENZO OLARTE CULLEN
Acabo de enterarme de una noticia: el nuevo Obispo de la Diócesis de Canarias, sucesor del inolvidable Obispo Echarren, al contrario de lo ocurrido con el recientemente designado para la Diócesis nivariense, merced a la presión ática, no será canario.
Más de uno -clérigos o seglares- me dirá que precisamente por autocalificarme de católico debiera estarme callado o, lo que es lo mismo, renunciar a mi libertad de expresión. Tal derecho, como ya he tenido ocasión de decir, no me lo otorgan las Sagradas Escrituras sino la Constitución Española. Los textos sagrados a lo sumo me impondrán la obligación en conciencia de hablar en estas cosas. Cuestiones que, aunque universales, son un tanto domésticas. Nuestra Constitución me incita a considerarme sujeto activo del derecho a expresarme libremente. Y mi condición de católico, además, que cobre especial intensidad, para mí al menos, tanto lo primero como lo segundo.
Pues sí, señores, Tenerife, o lo que es lo mismo, ATI, principal valedora del "nacional-chicharrerismo", viene mandando inexorablemente sobre todas las islas pero con total descaro en favor de una, la suya, hasta limites difícilmente soportables. Su instrumento: la escoba ática de barrer sólo para allá. Cada día lo tengo más claro. Y por lo visto no solo en las cuestiones llamadas "terrenales".
Me consta -insisto: me consta- que el poder político y fáctico ático presionó intensamente para conseguir lo que consiguió: que el recientemente nombrado Obispo de la Diócesis nivariense fuera de la misma, resultando designado el Vicario General de aquella Diócesis, don Bernardo Alvarez. Con el respaldo ático, sin la menor duda, pudo escalar la cumbre episcopal. Precisamente un palmero. Gracias a que a otro palmero, a mi querido amigo Antonio Castro Cordobez -como he dicho en plan de broma- no le dio por ser cura, sino por elegir a una extraordinaria mujer. De haber permanecido célibe, hoy no sería monseñor Álvarez el Obispo de la Diócesis nivariense, sino mi amigo Antonio, con lo que yo tendría un amigo en el Episcopado, que no es poco, aunque lo fuera de la segunda Diócesis del Archipiélago. Porque siempre puede resultarte más práctico -oraciones en tu favor aparte- que simple consejero de un Gobierno en liquidación. Y es que por lo que a mí respecta de poco me ha servido tener al importante palmero en el actual Gobierno. Al contrario que antaño, en que siendo yo presidente y en dos ocasiones vicepresidente, su colaboración conmigo en el Ejecutivo fue importantísima.
Pero ni siquiera tengo que referirme ahora a las primeras palabras del Obispo palmero, cuando en su sagrada alocución tras su primera y masiva bendición como Obispo -ser humano, al fin y al cabo, aunque mas tocado por Dios que otros mortales- incluso se reconoció como amigo personal de Adán Martín en su homilía dedicándole frases de cálido elogio pasándose un tanto, como ahora se dice, ya que por mucha gratitud que le debiera -que se la debía- debía haber sido lo suyo pronunciar un aséptico discurso pastoral en dicho importante trance.
Me consta todo lo anterior: no sólo lo de la homilía pastoral sino lo de los actos preparatorios previos para que Tenerife contara con un canario para tales menesteres. Y, como casi todo, lo lograron. Mientras tanto, otros "en Belén con los pastores", evidentemente. Si alguien pone en duda lo de los movimientos presidenciales y de otros altos cargos, afirmo disponer de testigos de sobrada cualificación personal como para corroborar lo antes dicho: sacerdotes unos y laicos otros.
Testigos que en definitiva podrán corroborar aquellos "movimientos áticos" interviniendo en lo que en este mundo en que vivimos, después de los denostados acuerdos entre el Régimen franquista y la Santa Sede, parecía fuera de lugar. En otro orden de cosas más consideraciones: el actual Nuncio de Su Santidad, el portugués Monseñor Manuel Monteiro, al afirmar contundentemente: que "se tendrá en cuenta la petición del Obispo de Gran canaria para que su sucesor sea canario", en declaraciones hechas a su llegada a Tenerife donde presidiría la ordenación episcopal del nuevo Obispo canario. Mejor habría dicho "del Obispo de Canarias", que lo es monseñor Echarren, y no "de Gran Canaria".
Pero pelillos a la mar. Lo importante es que había que tranquilizar a los grancanarios (y entre ellos a muchos sacerdotes que lo demandaban) con eso del "café para todos" . Por aquello del pleito insular, de los despojos, de los desequilibrios y de tantas y tantas cosas que alguien le soplaría. Y aunque algunos, como
el propio Obispo de Tenerife no lo quieran reconocer (según ha expresado, para negarlo, en unas recientes declaraciones) el pleito insular constituye una especie de virus que ha penetrado también en la Iglesia canaria. Pero es más, como para tranquilizar a la plebe canariona, el Nuncio de Su Santidad, al estilo de
los mas preclaros políticos del país, añadiría que "durante el mismo mes enviaría a la Santa Sede la propuesta de un Obispo para Gran Canaria", añadiendo que, "aunque la Iglesia católica no es democrática, para la designación de Bernardo Álvarez fueron escuchadas más de cien personas antes de preparar la terna en
la que figuraba el elegido por el Papa".
Por cierto: Sigo erre con erre con algunos interrogantes. Y en este caso me gustaría tener la categoría suficiente como para merecer una respuesta por parte del Nuncio de Su Santidad en España: ¿La Iglesia cree extrapolable su organización a un Archipiélago como el nuestro?, ¿La Iglesia cree normal en el siglo en que vivimos, que Canarias siga dependiendo -como ocurre desde hace siglos- del Arzobispado de Sevilla?, ¿Sería bueno, justo y necesario que tal "dependencia" pasara a la historia y que en tal caso Canarias contara con su propio Arzobispado?.
No quiero ponerle en el compromiso de hacerle una quinta pregunta: ¿donde debiera radicar en tal caso la sede de la Archidiócesis? Para mi está mas que claro, aunque lo sea solo en función de la antigüedad de la Diócesis de Canarias, que radica en Gran Canaria. Pero prefiero no preguntar por nada de ello al Nuncio. Y mucho menos sobre cual sería la sede. Monseñor Monteiro, Nuncio de Su Santidad, ya lo dijo con ocasión de haber sido interpelado por los medios de comunicación canarios a propósito de las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno español: "quiero recordar -dijo- que como miembro del Cuerpo diplomático que soy no debo hablar
de asuntos de política interna".
Y claro: tanto la pregunta como la respuesta atañen a la política interna de Canarias aunque sea de matiz y competencia eclesiásticas. Atañen a Canarias donde, a pesar de no existir el pleito insular, como el Obispo de Tenerife mantiene..., un "diplomático" no debe meterse a opinar. Por eso no se lo pregunto. Porque curiosidad en cuanto a la respuesta, faltar no me falta.
1 comentario
Luso -