Un marroquí, probable asesino del taxista grancanario Antonio Hernández
La persona que mató a Antonio Hernández le cortó el cuello con la técnica que usan las tribus árabes para degollar ganado. Este es uno de los datos que llevó a la policía hasta Jauad S., el marroquí encarcelado como supuesto autor material del crimen.
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La autopsia practicada al taxista de Moya Antonio Hernández Rosales, asesinado en abril de 2002, revela que fue acuchillado con dos armas distintas: El cadáver tenía pequeños cortes de los denominados 'de defensa' en las manos y en la cabeza, y una gran herida de degollamiento. El forenses y la brigada de homicidios de la Policía Judicial, cuerpo que ha dado con la que parece ser la resolución definitiva del caso, creen que Hernández fue atacado por dos armas blancas esgrimidas por dos atacantes a la vez.
La detención el martes pasado del marroquí Jauad S. como supuesto autor material del crimen ha dejado el caso a las puertas de su resolución definitiva, tras más de tres años de intensas investigaciones por parte de la Policía Judicial. Según fuentes próximas al caso, la autoridad judicial sólo espera a que el laboratorio de ADN de la Policía Científica de Madrid le remita el resultado del cotejo del ADN de los dos acusados con muestras halladas en el lugar del crimen para cerrar la investigación y poner el caso en manos de un tribunal popular.
Según ha podido saber este periódico, el grupo de homicidios de la Policía Judicial dio con el supuesto asesino de 'Quico' -como era conocido Antonio Hernández en Moya- a partir de una conclusión derivada del análisis del cadáver: la persona que había degollado al taxista había utilizado la misma técnica de la que se valen los matarifes de corderos en los países árabes. Según las investigaciones, el asesino cogió a la víctima por el mentón con la mano izquierda, le levantó la cabeza y con el cuchillo en la derecha realizó un único corte en el cuello.
A partir de esta hipótesis, los efectivos de homicidios de la Policía Judicial fueron anudando la investigación hasta dar con Jauad S, un marroquí que vivía en una chabola en las inmediaciones del paraje donde se consumó el crimen -el camino de Los Lirios, en Tarifa- y que tenía antecedentes por delitos menores.
Fruto de sus pesquisas, la policía detuvo en diciembre de 2003 al grancanario Roberto Carlos J.A., un toxicómano que solía frecuentar la amistad de Jaudad S. en la época en la que sucedieron los hechos y que, según cree el fiscal, se puso de acuerdo con Jauad para atracar al taxista con el fin de sacarle dinero. Los investigadores presumen que Roberto Carlos atacó a la víctima con un arma blanca, pero que no fue el autor material del supuesto asesinato, sino sólo el atacante que intentó reducir al taxista cuando éste intentó zafarse de sus atracadores. Hasta el momento, los dos acusados, como es lógico, han negado su participación en el crimen.
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La autopsia practicada al taxista de Moya Antonio Hernández Rosales, asesinado en abril de 2002, revela que fue acuchillado con dos armas distintas: El cadáver tenía pequeños cortes de los denominados 'de defensa' en las manos y en la cabeza, y una gran herida de degollamiento. El forenses y la brigada de homicidios de la Policía Judicial, cuerpo que ha dado con la que parece ser la resolución definitiva del caso, creen que Hernández fue atacado por dos armas blancas esgrimidas por dos atacantes a la vez.
La detención el martes pasado del marroquí Jauad S. como supuesto autor material del crimen ha dejado el caso a las puertas de su resolución definitiva, tras más de tres años de intensas investigaciones por parte de la Policía Judicial. Según fuentes próximas al caso, la autoridad judicial sólo espera a que el laboratorio de ADN de la Policía Científica de Madrid le remita el resultado del cotejo del ADN de los dos acusados con muestras halladas en el lugar del crimen para cerrar la investigación y poner el caso en manos de un tribunal popular.
Según ha podido saber este periódico, el grupo de homicidios de la Policía Judicial dio con el supuesto asesino de 'Quico' -como era conocido Antonio Hernández en Moya- a partir de una conclusión derivada del análisis del cadáver: la persona que había degollado al taxista había utilizado la misma técnica de la que se valen los matarifes de corderos en los países árabes. Según las investigaciones, el asesino cogió a la víctima por el mentón con la mano izquierda, le levantó la cabeza y con el cuchillo en la derecha realizó un único corte en el cuello.
A partir de esta hipótesis, los efectivos de homicidios de la Policía Judicial fueron anudando la investigación hasta dar con Jauad S, un marroquí que vivía en una chabola en las inmediaciones del paraje donde se consumó el crimen -el camino de Los Lirios, en Tarifa- y que tenía antecedentes por delitos menores.
Fruto de sus pesquisas, la policía detuvo en diciembre de 2003 al grancanario Roberto Carlos J.A., un toxicómano que solía frecuentar la amistad de Jaudad S. en la época en la que sucedieron los hechos y que, según cree el fiscal, se puso de acuerdo con Jauad para atracar al taxista con el fin de sacarle dinero. Los investigadores presumen que Roberto Carlos atacó a la víctima con un arma blanca, pero que no fue el autor material del supuesto asesinato, sino sólo el atacante que intentó reducir al taxista cuando éste intentó zafarse de sus atracadores. Hasta el momento, los dos acusados, como es lógico, han negado su participación en el crimen.
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