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La Voz de Gran Canaria

La inmigración se escapa

La inmigración se escapa ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA

Al PP se le fue de las manos la inmigración irregular en pateras. Durante los ocho años de José María Aznar el fenómeno, que comenzó con la llegada de unas pocas barquillas en el Gobierno socialista, se multiplicó por ciento. Las autoridades eran superadas constantemente por los acontecimientos. Las mafias tenían mucha más agilidad que los encargados de evitar el colador fronterizo en alta mar. Al mal tiempo se opusieron buenas palabras; pero nada cambió sustancialmente. A Rodríguez Zapatero también se le está escapando el control de este fenómeno. Las mejoras en los servicios de detección en la primera línea, islas de Fuerteventura y Lanzarote, han comenzado a ser burlados exitosamente por las organizaciones de traficantes, los modernos negreros, que han buscado huecos en la malla. Desde hace unos meses la ´invasión´ ha cambiado las playas de desembarco. Las majoreras y conejeras han sido sustituidas por las del sur grancanario, aunque una lancha, por
cierto, llegó hasta el puertito de Agaete.

Frente a esta nueva realidad, la Administración no ha reaccionado con agilidad, aunque en verdad debiera haber reaccionado con carácter preventivo. En cualquier empresa seria, cuando se hace un diseño de estrategia y marketing se tienen en cuenta los puntos flacos, y a ellos se les atiende con preferencia para evitar que la competencia los aproveche y destroce los efectos que se quieren perseguir a través del objetivo principal. Está claro, como dicen los criminalistas, que los ladrones siempre van por delante. Los ´narcos´ gallegos, que comenzaron contrabandeando café desde Portugal, y luego cigarrillos americanos, montaron una red de ´planeadoras´ que dejaban muy atrás a las unidades de la Armada, la Guardia Civil y Aduanas.... hasta que el Estado reaccionó ante el caos. Pero quien navega en la ilegalidad busca alternativas. El narcotráfico empleó nuevas rutas entre América y Europa, hasta que una acción combinada, con colaboración internacional, está cortando esta autopista criminal que pasa cerca del Archipiélago Canario, probablemente con el concurso de servicios de inteligencia y de medios aéreos, navales y radioeléctricos. Con el tráfico de pateras se ha producido el efecto de ´vasos comunicantes´. Al impermeabilizarse el Estrecho, la avalancha se dirigió a Canarias, a los destinos más fáciles, que eran Fuerteventura y Lanzarote; al impermeabilizarse estas islas, los ´armadores´ de este cabotaje inhumano han enfilado la proa hacia el sur de Gran Canaria, completamente desguarnecido, a la vez que antiguos pesqueros y mercantes a punto de desguace se han reconvertido en grandes lanchas de desembarco colectivo que van recogiendo pasaje desde el extremo del Golfo de Guinea, y son abandonados a la vista de las costas del Archipiélago.

El problema no es grave todavía en cuanto al número de ´sin papeles´. Cinco, quince, cincuenta, cien, es como una golondrina que no hace verano. Pero se trata sólo de un principio de ´exploración´. En el instante en que lleguen los radares - que por lo visto se fabrican con la técnica dificultuosa del croché- y se instalen
en el litoral del Este, el orientado precisamente hacia en Sahara, las pateras intentarán llegar a esos otros territorios desérticos con cientos de bocabarrancos situados entre Mogán y La Aldea.

Es obvio que el conflicto no surgió ayer. Pero lo grave es que no se observa que se tomen iniciativas de fondo que permitan una reacción más ágil. La creación de un servicio de guardacostas, que unifique fuerzas dispersas - una vieja ilusión del actual delegado del Gobierno, José Segura- es imprescindible; como también lo es que la Armada dedique más atención a su flota de patrulleras, tanto de altura como de costa, para que estén operativas
sin que la disponibilidad de marinería y hasta de combustible, por escasez presupuestaria, las convierta en objetos inservibles. Como dice el viejo refrán marinero, barco fondeado no gana flete. Hasta ahora Defensa, desde hace muchos años, no ha considerado esta actividad una prioridad. La construcción de las actuales
corbetas, en los años 80, pareció dar la razón a los estrategas que pensaban que España tenía, en primer lugar, que disponer de una completa flota de ´guardacostas´ que llevaran a cabo eficazmente las labores de policía marítima, tanto en territorio peninsular como en las Islas. Pero fue una ilusión. Desde que se hizo añicos el consenso parlamentario de 1993 y Federico Trillo rompió con el pasado e implantó de la noche a la mañana el ejército profesional al ciento por ciento, las unidades sufrieron de inmediato las consecuencias de la falta de personal, y de la escasez de formación profesional. A su vez, el gasto presupuestario en la tropa profesionalizada repercutió sobre otros capítulos del Presupuesto, que tuvieron que ser recortados o congelados.

Es cierto que Zapatero ha tenido importantes iniciativas, pero desde que se da la orden hasta que se ejecuta pasa demasiado tiempo. Lo que hace falta es un sistema más dinámico, que responda mejor a las exigencias del momento, capaz de adaptarse a las mutaciones que experimenta el ´negocio´.
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