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La Voz de Gran Canaria

Soria, 'terminator' o así

Soria, 'terminator' o así JOSÉ A. ALEMÁN

El asunto de la Ciudad Deportiva llamada en tiempos 'Martín Freire' es de envergadura. Lo que se ha sabido acerca de su gestión revela un asombroso cúmulo de negligencias propiciadas por la tremenda desidia del Cabildo. El macho Soria y su equipo de calamidades trataron de desviar la responsabilidad en el suceso mortal allí ocurrido alegando desconocimiento de la situación; sin reparar en que la existencia probada de informes técnicos suficientes iba a demostrar enseguida que ni se los leían y que si en algún momento les echaron un vistazo, pasaron de la gravedad de lo informado hasta extremos sólo soportables por una sociedad como la grancanaria, que aguanta mangas y capirotes.

En la antigua 'Martín Freire' se ha producido la muerte de una persona y la estupefacción de no menos de 8.000 usuarios que temen haber estado expuestos a graves peligros desde ni se sabe cuando. Pero siguen como si nada hubiera ocurrido. Es inútil decir que en otros lugares hechos menos graves provocan dimisiones inmediatas e investigaciones de oficio para establecer responsabilidades civiles y penales, si fuera el caso. Se lo tomarían, en definitiva, como lo que es: una cuestión de seguridad ciudadana. Pero éste, ya saben, no es uno de esos otros lugares

Lo ocurrido en 'Martín Freire' pone de manifiesto una vez más, por si no la habían advertido, la degradación en que Soria ha sumido al Cabildo y a la Isla. Ya les dije el otro día que la corporación está políticamente bloqueada. Por su mala relación con un número significativo de alcaldes, con el Gobierno regional, con el central y con numerosos colectivos profesionales, sociales y culturales. A los que deben añadirse asuntos tan poco claros como la Gran Marina y Arinaga; o la adquisición de La Favorita, que arrastra Soria desde sus tiempos de alcalde y que pronto volverá a ser noticia. Ahora, en fin, comienza a aflorar el mal funcionamiento interno de la corporación. Y en términos de credibilidad personal, ni les cuento de cuanto le condiciona su súbita afición a la pesca del salmón.

Realmente no hay por donde cogerlo sin quemarnos los dedos. No tiene para revolverse más que su autoritarismo y el blindaje de la mayoría absoluta, de la que hace tan mal uso. En ocasiones, nos han reprochado los ataques a Soria, pero pienso que es él quien la tiene cogida con nosotros y que está dañando nuestros intereses como ciudadanos. Hay quienes añaden al reproche un riqui raca alentándolo temerariamente a seguir adelante. Es decir, los hay que por interés o ignorancia ve bien los desastres que ya tenemos encima y los que vendrán, que no son pocos. Nada les dicen, por lo visto, las sospechosas prisas sorianas por demoler el Estadio Insular. Están de acuerdo, en fin, con que se niegue en todo momento a dar las explicaciones que se le solicitan protegido por la mayoría absoluta y los seis escalones famosos a los que se encaramó para presidir los plenos.

No faltan quienes nos piden que lo dejemos estar, que dejemos transcurrir resignadamente el tiempo que resta hasta las elecciones de 2007 y que las urnas le pasen factura. Ya quisiera uno que fuera tan sencillo. Porque el problema es que Soria tiene margen suficiente hasta entonces para continuar haciendo disparates y es tal el desarme anímico y de moral ciudadana de la sociedad grancanaria que ni siquiera es seguro que le pasen esa factura. Igual llegamos a las próximas elecciones lamentando sin remedio, por ejemplo, que el Cabildo se hiciera cargo del edificio del antiguo Hospital del Pino, para el que acaba de anunciar Soria, inasequible al desaliento, la gestión indirecta por considerarla la más eficiente.

Por más que me esfuerzo en recordar, no encuentro una gestión cabildicia anterior tan desastrosa y perjudicial. Ha habido presidencias mediocres y anodinas, pero ninguna causó tantos estragos. Hasta los peores procuraron mantener, pongo por caso, el patrimonio insular del que Soria tiende a desprenderse sin que se sepa para qué. Se le ha pasado por la cabeza incluso privatizar la infraestructura hidraúlica, con que ni les cuento. Es tan evidente que sigue dispuesto a llegar adonde sea como que tampoco hay una oposición que le pare las patas. Lo que es la otra parte del problema.
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