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La Voz de Gran Canaria

Ruta arqueológica de Gáldar

Ruta arqueológica de Gáldar NICOLÁS GUERRA AGUILAR

Desde el punto de vista cultural y social, lo que un pueblo haga o permita hacer con sus ancestrales riquezas arqueológicas (arte pictórico, monumentos religiosos, civiles, funerarios...) dará fe de su grado de civilización. Si a los mencionados elementos les sumamos otros ya identificadores en la música de cámara o popular, en la literatura de expresión oral (romances) o escrita e, incluso, en las diarias irrupciones de cualquiera otra actividad, su rechazo definirá el grado de embrutecimiento de un pueblo o, muy al contrario, su cultivo y mantenimiento reflejarán exquisita sensibilidad y alto nivel de no barbarie.

Por tanto, recuperación, conservación y manifestación pública de estas riquezas culturales vienen a ser, inexorablemente, la constatación fidedigna de sensibilidades. Si, por contra, ciudadanos y autoridades locales (Ayuntamiento), isleñas (Cabildo) y regionales (Gobierno de Canarias) dan la espalda a la riqueza patrimonial que nuestros ascendientes legaron (antiguos pobladores de la Gáldar, Agadar, Aregaldan... anteriores a la conquista), no sólo mancillan y deshonran algo que pertenece a su opulencia cultural, a su patrimonio, sino –y es lo peor- están renunciando a sus propios elementos definidores, diferenciadores, los que les caracterizan como conjunto con tradiciones auténticas y centenarias: un pueblo sin pasado es algo anodino, despersonalizado, hueco y vacío.

Viene a cuento lo anterior porque –afortunadamente- ya hay fecha aproximada para la inauguración de ese amplio complejo arqueológico que es el de la Cueva Pintada de Gáldar, museo incluido. Lo que fue un punto de partida inicial –la cueva con geométricas pinturas- se ha convertido hoy en un espacio mucho mayor y que abarca también restos de construcciones domésticas prehispánicas. O lo que es lo mismo, el visitante no sólo podrá recrearse en la contemplación de las pinturas rupestres sino que podrá hacerse una idea –tal como me cuentan- de cómo vivían las familias aborígenes (que no son, dejémoslo claro, los idealizados habitantes que nombra Cairasco de Figueroa en su obra). Sin duda, loable labor la del Cabildo grancanario que, al fin, logrará culminar una obra iniciada ya hace más de veinte años por el entonces Gobierno de Canarias presidido por don Jerónimo Saavedra, pero circunstancias de las que es mejor no hablar (aunque no deben olvidarse) retrasaron e impidieron su culminación. Desconozco lo que se ha conseguido, pero confío en la profesionalidad de quienes se encargaron, en las últimas etapas, de su finalización.

Sin duda alguna, la Cueva Pintada de Gáldar es, posiblemente, la más representativa de la pintura rupestre en Canarias, de un gran valor por lo que a sus elementos definidores se refiere. Pero, de cualquier forma, me parece que es necesario caminar con muchísima prudencia en las consideraciones que por parte de algunos se están divulgando, como puede ser el que se compare con las cuevas de Altamira, las cuales, no olvidemos, no sólo son Patrimonio de la Humanidad (tienen una antigüedad de quince mil años) sino que caballos, manos, bisontes y figuras desconocidas son la más impresionante manifestación del arte rupestre del Paleolítico Superior.

Y si bien es cierto que la Consejería de Cultura del Cabildo grancanario logrará lo que parecía imposible (abrir el complejo arqueológico a los ciudadanos), también es cierto que se han dejado caer muchas fantasía o argumentos aparentemente verdaderos (falacias) respecto a su consideración como revulsivo o motor económico de Gáldar. Que la gente irá a visitarla, de eso no hay duda, pero de ahí a que en torno a ella se vayan a crear muchísimos puestos de trabajo (directos, por la propia obra; indirectos –sector servicios-) hay un abismo. No es bueno ni ético que se extienda y difunda la idea de que el municipio galdense se transformará económicamente con las visitas anuales de trescientas cincuenta o cuatrocientas mil personas. Eso, ni de coña.

Para que Gáldar se considere una ruta turística de calidad, rigor y seriedad, hacen falta muchos más proyectos de recuperaciones de nuestro patrimonio y no es ésa, precisamente, la idea que tienen hoy los gobernantes de Canarias: no sólo no se invierte más en Cultura sino que somos la comunidad con el más bajo presupuesto. Y cuando se confunde política con cultura (Museo de las Ciencias) o se tiene por el Cabildo en el olvido al primer patrimonio de interés cultural de la isla como son los enterramientos de La Guancha, todo queda por hacer. Gáldar puede ofrecer una interesante ruta cultural con la urgente ampliación del Museo Antonio Padrón (necesita el edificio completo); con el fortalecimiento de la casa-museo de un pianista universal, Espinosa; con monumentos religiosos que es preciso recuperar (ermita de San Isidro el Viejo, museo de arte sacro) o conservar (iglesia matriz); con construcciones tumulares funerarias (la necrópolis nombrada); con la escuela de folclore; con el poblado aborigen de San Sebastián; con La Furnia, El Clavo... Pero si no hay sensibilidad política, coraje o interés, dejemos para otros pueblos civilizados la recuperación de su propia esencia y de sus elementos identificadores. A lo peor es que lo nuestro no nos lo merecemos... o no lo valoramos.
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