San Borondón turístico
ANDRÉS RUIZ DELGADO
Desde hace años acudimos a Valencia, en el florido mayo. Lo hacemos por lazos familiares. Gracias a esta circunstancia hemos aprendido a conocer y valorar las entrañas y fisonomías de aquella hermosa tierra, que ya no se tipifica con la vieja estampa de barracas, cañas y barro. Valencia, en la actualidad, es una ciudad pujante, de traza moderna y avanzada en el plano arquitectónico y concepción urbanística. No por esto menoscaba su pasado, descrito magistralmente por Blasco Ibáñez. Persisten en su geografía, como mágicos brotes entre la dominante eclosión, lugares de recónditos goces e incluso, a pocos kilómetros de la urbe, enclaves tan singulares como la albufera y El Palmar, en los que no se altera el entorno. Ni las formas y códigos de sus gentes pescadoras.
Con todo, no hemos caído en la abstracción admirativa, pese a las satisfacciones proporcionadas. Estamos empeñados desde hace tiempo en que el potencial turístico valenciano (de verano) se canalice hacia Gran Canaria, al menos en buena parte. Sin embargo, cada año, en nuestra estancia en la ciudad del Turia, nos encontramos con idéntico panorama: en los carteles exteriores de las agencias de viajes prepondera el nombre de Tenerife como destino turístico de las Islas, al lado de Lanzarote. En una serie de artículos publicados a partir de 1999, hacíamos detallada referencia al respecto. Los últimos, 1 y 6 de junio de 2004, con estos títulos: Gran Canaria, tan cerca y Valencia, tan lejos. Antítesis de lo que, sorprendentemente, sucede. Por vía aérea, la línea Valencia-Gran Canaria, y viceversa, dispone de intensificados servicios durante la semana. Desde aquí, no tenemos en cuenta esa posibilidad, nos mantenemos distantes y alejados.
"Hemos descuidado", escribíamos, "una parcela importante de nuestra gallina de los huevos de oro, el turismo". Ya es sabido que en Gran Canaria, en lapso no lejano, por el sector hotelero se despreció al turismo peninsular, ofuscados sus rectores con el que provenía a raudales de distintos puntos de Europa. Y ahora,
cuando éste flaquea, se pagan las consecuencias. No obstante, en los actuales momentos algo se está removiendo,
tal como se aprecia en la cifra de visitantes peninsulares. Pudimos observarlo, en persona, cuando en avión de Spanair viajábamos hacia la capital levantina. Grupos de valencianos, tras el disfrute de vacaciones en esta Isla, se congratulaban de las gratas jornadas vividas. Hasta hacían ostentación del mojo canario que se llevaban embotellado, cual deleite gastronómico. Al regreso, veinte días más tarde, otros grupos acudían a Gran Canaria, como si fuese un relevo. Parejas jóvenes, con niños, dicharacheras y muy ilusionadas. Evidentemente, existen indicios de favorable cambio. Pero se puede hacer muchísimo más para el incremento de la captación
turística en dicho mercado. Nuestro recorrido, un año más, por el extraordinario escaparate de la avenida de Blasco Ibáñez, así lo pone de relieve. Llamativas ofertas de un destino que prevalece: Tenerife. Tampoco falta Lanzarote y, en menor grado, Fuerteventura. Gran Canaria, missing. Como San Borondón, una isla fantasmal, "fluctuante, que se retira de la vista"...
Basta con contrastar las ofertas: Viajes Iberia: Tenerife al lado de cualificados destinos internacionales como Venecia,v Varadero, Lisboa, La Habana, etc. De Gran Canaria, cero. Viajes Halcón: Tenerife con París, Praga, Brasil, Túnez, Turquía, Cuba, República Dominicana... Gran Canaria, cero. Viajes Marsans: Puerto de la Cruz como única oferta de Canarias, con enmarque en forma de corazón, a modo de sugerencia a jóvenes parejas y recién casados. Y así sucesivamente.
¿Nos interesa o no el turismo peninsular de verano? Hay signos contradictorios. Por un lado se dice -leemos
estos días- que la crisis turística ha motivado que establecimientos sureños ofrezcan estancia y media pensión por sólo 25 euros y que, a causa de la emergencia por la que atraviesa el sector, la patronal del ramo considera "muy complicada" la situación.
Ahora bien, ¿qué hace el empresariado hotelero y extrahotelero, especialmente en el núcleo fundamental del Sur, para promocionar sus centros en las temporadas veraniegas? Algunos descollantes recintos hoteleros más recientes, sí que lo hacen a través de la prensa. Otros, la mayoría, según los rasgos externos, esperan a que caiga el maná o que la entidades concernientes al turismo les saquen del mal trance. El ejemplo que exponemos de vacías promociones en Valencia, una de las zonas del país con mayor potencialidad socioeconómica, resulta más que elocuente.
En los escaparates de las agencias de viajes, al contrario que Tenerife, Gran Canaria- triste es decirlo- no pinta nada. Año tras año lo venimos mostrando en estas columnas. Y no se corrige lo más mínimo. Somos, si se nos permite la hipérbole, una especie de San Borondón turístico. Y esto en un espacio de tanta vitalidad como Valencia, la tercera ciudad de España por número de habitantes, con una alta renta per cápita, es decir, mercado que puede suministrar considerables flujos hacia nuestra Isla, si es que no seguimos adormecidos. Sin embargo, incluso con las estimaciones desalentadoras que relatamos, no establezcamos conclusiones definitivas.
Lo que recogemos es un aspecto. Hay otra cara que mueve a la esperanza. En cuanto a la propaganda en prensa y folletos, la impresión es diferente, conforme abordaremos en próximo artículo. Por supuesto, sin que se deje a un lado la desventaja abismal en las ofertas de escaparate, primer punto en orden a la conquista de clientes. Cada cual recoge lo que se siembra. En eso, indiscutiblemente, merece elogios el impulso y la iniciativa del empresariado tinerfeño, que desde el principio abrió sus brazos al turismo peninsular e insiste en el mismo
camino. En ese objetivo, no escatiman medios, procedimientos y técnicas de persuasión. De paso, con el evidente absentismo grancanario, les vamos abriendo el camino en su propósito de que la marca de Tenerife se convierta en sello y referencia del turismo en Canarias.
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Desde hace años acudimos a Valencia, en el florido mayo. Lo hacemos por lazos familiares. Gracias a esta circunstancia hemos aprendido a conocer y valorar las entrañas y fisonomías de aquella hermosa tierra, que ya no se tipifica con la vieja estampa de barracas, cañas y barro. Valencia, en la actualidad, es una ciudad pujante, de traza moderna y avanzada en el plano arquitectónico y concepción urbanística. No por esto menoscaba su pasado, descrito magistralmente por Blasco Ibáñez. Persisten en su geografía, como mágicos brotes entre la dominante eclosión, lugares de recónditos goces e incluso, a pocos kilómetros de la urbe, enclaves tan singulares como la albufera y El Palmar, en los que no se altera el entorno. Ni las formas y códigos de sus gentes pescadoras.
Con todo, no hemos caído en la abstracción admirativa, pese a las satisfacciones proporcionadas. Estamos empeñados desde hace tiempo en que el potencial turístico valenciano (de verano) se canalice hacia Gran Canaria, al menos en buena parte. Sin embargo, cada año, en nuestra estancia en la ciudad del Turia, nos encontramos con idéntico panorama: en los carteles exteriores de las agencias de viajes prepondera el nombre de Tenerife como destino turístico de las Islas, al lado de Lanzarote. En una serie de artículos publicados a partir de 1999, hacíamos detallada referencia al respecto. Los últimos, 1 y 6 de junio de 2004, con estos títulos: Gran Canaria, tan cerca y Valencia, tan lejos. Antítesis de lo que, sorprendentemente, sucede. Por vía aérea, la línea Valencia-Gran Canaria, y viceversa, dispone de intensificados servicios durante la semana. Desde aquí, no tenemos en cuenta esa posibilidad, nos mantenemos distantes y alejados.
"Hemos descuidado", escribíamos, "una parcela importante de nuestra gallina de los huevos de oro, el turismo". Ya es sabido que en Gran Canaria, en lapso no lejano, por el sector hotelero se despreció al turismo peninsular, ofuscados sus rectores con el que provenía a raudales de distintos puntos de Europa. Y ahora,
cuando éste flaquea, se pagan las consecuencias. No obstante, en los actuales momentos algo se está removiendo,
tal como se aprecia en la cifra de visitantes peninsulares. Pudimos observarlo, en persona, cuando en avión de Spanair viajábamos hacia la capital levantina. Grupos de valencianos, tras el disfrute de vacaciones en esta Isla, se congratulaban de las gratas jornadas vividas. Hasta hacían ostentación del mojo canario que se llevaban embotellado, cual deleite gastronómico. Al regreso, veinte días más tarde, otros grupos acudían a Gran Canaria, como si fuese un relevo. Parejas jóvenes, con niños, dicharacheras y muy ilusionadas. Evidentemente, existen indicios de favorable cambio. Pero se puede hacer muchísimo más para el incremento de la captación
turística en dicho mercado. Nuestro recorrido, un año más, por el extraordinario escaparate de la avenida de Blasco Ibáñez, así lo pone de relieve. Llamativas ofertas de un destino que prevalece: Tenerife. Tampoco falta Lanzarote y, en menor grado, Fuerteventura. Gran Canaria, missing. Como San Borondón, una isla fantasmal, "fluctuante, que se retira de la vista"...
Basta con contrastar las ofertas: Viajes Iberia: Tenerife al lado de cualificados destinos internacionales como Venecia,v Varadero, Lisboa, La Habana, etc. De Gran Canaria, cero. Viajes Halcón: Tenerife con París, Praga, Brasil, Túnez, Turquía, Cuba, República Dominicana... Gran Canaria, cero. Viajes Marsans: Puerto de la Cruz como única oferta de Canarias, con enmarque en forma de corazón, a modo de sugerencia a jóvenes parejas y recién casados. Y así sucesivamente.
¿Nos interesa o no el turismo peninsular de verano? Hay signos contradictorios. Por un lado se dice -leemos
estos días- que la crisis turística ha motivado que establecimientos sureños ofrezcan estancia y media pensión por sólo 25 euros y que, a causa de la emergencia por la que atraviesa el sector, la patronal del ramo considera "muy complicada" la situación.
Ahora bien, ¿qué hace el empresariado hotelero y extrahotelero, especialmente en el núcleo fundamental del Sur, para promocionar sus centros en las temporadas veraniegas? Algunos descollantes recintos hoteleros más recientes, sí que lo hacen a través de la prensa. Otros, la mayoría, según los rasgos externos, esperan a que caiga el maná o que la entidades concernientes al turismo les saquen del mal trance. El ejemplo que exponemos de vacías promociones en Valencia, una de las zonas del país con mayor potencialidad socioeconómica, resulta más que elocuente.
En los escaparates de las agencias de viajes, al contrario que Tenerife, Gran Canaria- triste es decirlo- no pinta nada. Año tras año lo venimos mostrando en estas columnas. Y no se corrige lo más mínimo. Somos, si se nos permite la hipérbole, una especie de San Borondón turístico. Y esto en un espacio de tanta vitalidad como Valencia, la tercera ciudad de España por número de habitantes, con una alta renta per cápita, es decir, mercado que puede suministrar considerables flujos hacia nuestra Isla, si es que no seguimos adormecidos. Sin embargo, incluso con las estimaciones desalentadoras que relatamos, no establezcamos conclusiones definitivas.
Lo que recogemos es un aspecto. Hay otra cara que mueve a la esperanza. En cuanto a la propaganda en prensa y folletos, la impresión es diferente, conforme abordaremos en próximo artículo. Por supuesto, sin que se deje a un lado la desventaja abismal en las ofertas de escaparate, primer punto en orden a la conquista de clientes. Cada cual recoge lo que se siembra. En eso, indiscutiblemente, merece elogios el impulso y la iniciativa del empresariado tinerfeño, que desde el principio abrió sus brazos al turismo peninsular e insiste en el mismo
camino. En ese objetivo, no escatiman medios, procedimientos y técnicas de persuasión. De paso, con el evidente absentismo grancanario, les vamos abriendo el camino en su propósito de que la marca de Tenerife se convierta en sello y referencia del turismo en Canarias.
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