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La Voz de Gran Canaria

Diario de Avisos despluma a José Rodríguez "Don Pepito"

Diario de Avisos despluma a José Rodríguez "Don Pepito"

"Ya era hora" fue la expresión más repetida por los más avisados lectores del y por los que nos dedicamos a este oficio de contar historias en Canarias. Sí, ya era hora de que el decano de la prensa de Canarias tomara cartas en el asunto y se sumara al noble propósito de poner al dueño de periódico "El Dia", José Rodríguez Ramirez, en el sitio que le corresponde.

En un redondo editorial publicado este domingo, el periódico de Elías Bacallado arremetió duramente contra Don Pepito después de andar soportando las chifladuras del caballerete y los injuriosos ataques que, también al Diario, dirige contra todos aquellos que no sintonizan con sus cruzadas fantasmagóricas o sencillamente se dedican a lo suyo sin hacerle puñetero caso. Y es esa postura, la de no haber hecho caso a este personaje, la de haber resumido sus esquizofrenias a "las cosas de Pepe" la que ha dado lugar a esta pueblerina situación en la que el editor de un periódico mantiene todavía sometida a una buena parte de la clase política y empresarial tinerfeña que no quiere verse envuelta en "las cosas de don José".

Desde este domingo, el periódico decano de Canarias se ha zafado de esa espiral estúpida y no sólo ha definido a la perfección al dueño de"El Dia", al que llama el rey desnudo, del modo que titula su editorial, sino que ha dejado con el culo al aire a esa ristra de lameculos que todavía se pasan por su despacho a rendirle pleitesía y a pedir su venia para actuar en política o en el mundo de la empresa. No es el Diario el primero, y seguramente no será el último, que afea a este iluminado sus memeces, sus insultos y su constante transgresión de la legalidad vigente.

Hace muy poco que "Canarias7" se sumó a las voces de quienes, como nosotros, consideramos que los medios informativos debemos desenmascarar a los que en nombre de la libertad de expresión y el derecho a la información se dedican a las mas rastreras artes del insulto y la coacción para que las cosas se hagan como desean. Y don Pepito es el paradigma canario de ese comportamiento. Hasta no hace mucho, la isla de Tenerife estaba sometida a un régimen impermeable del que no se podían contar determinadas cosas de la vida y milagros de sus más admirados próceres porque el que lo hiciera se convertía de inmediato en proscrito. Don Pepito era el guardián máximo de esas esencias.

Él decidía casi todo, incluso sobre quién era honrado y quién podía robar si compartía el botín. Todavía hoy, se da cabezazos contra el muro de la realidad al sostener que el caso Las Teresitas, por poner solo un ejemplo, es un invento de los malditos canariones, que todo lo que se hizo era por Tenerife, y que si Zerolo y sus secuaces hicieron lo que hicieron con aquel pelotazo, todo ya quedó impoluto gracias a la lejía nivariense que él administraba desde su despacho de la avenida de Buenos Aires.

La irrupción de la  prensa digital, la aparición de nuevos líderes políticos y cierto reequilibrio institucional llevaron aparejada la caída de algunos atavismos mediáticos y el descubrimiento para el gran público de la inmensa cantidad de mierda que las páginas de "El Dia" estuvieron tapando durante décadas. Por eso sostenemos que tiene mucho valor el editorial del "Diario de Avisos", porque en alguna medida también aparece reflejado en una esquinita del espejo de la historia de la que ayer se desmarcó. Insistimos, no solo Don Pepito queda retratado. El editorial del "Diario" no tiene desperdicio. Retrata de modo impecable la trayectoria de un gris oficinista del franquista Instituto Nacional de Previsión que hereda el imperio mediático de don Leoncio Rodríguez, su señor tío de él, y resalta la "penuria intelectual" de un falangista reconvertido a la causa del independentismo.

Rodríguez Ramírez, envuelto a la bandera tricolor, "dejó atrás los tiempos en los que perseguía el reconocimiento social de las instituciones que servilmente le distinguieron con algunas calles y todo tipo de galardones, placas y metopas", y por obra y gracia de su herencia "-es decir heredando los méritos de otros- se nombró a sí mismo director, ascendiendo sobre la base de la nada profesional a la más alta responsabilidad de gestionar un equipo de periodistas". El cuadro no puede definirse mejor, pero sobre todo, dar en el clavo desde la mismísima Santa Cruz de Tenerife, y no desde la pérfida Canaria. Porque es otra de las instituciones históricas de Tenerife, como es el "Diario de Avisos", la que define a esta criatura de Dios, como él mismo se proclama: "Acogotados por el miedo a quien utiliza el periódico sin rubor para castigar o premiar en función de quien le halaga o no la vanidad, las principales corporaciones, entidades, asociaciones y clubs de la Isla aceptaron el perverso juego de otorgarle numerosas distinciones a mayor gloria de quien quería cubrir su desnudez profesional e intelectual con la alpaca de las metopas", reza su editorial.

La conversión contradictoria de Don Pepito, de rojigualdo a tricolor estrellado, merece un capítulo aparte que también explique, pormenorizadamente, la necesidad de Miguel Zerolo en aquellos momentos de radicalización editorial de "El Día" de lanzar tinta de calamar sobre el caso Las Teresitas, pero apunta "Diario de Avisos" cómo a Pepe se le apareció "camino hacia ninguna parte, el espíritu de Secundino Delgado. Como no hay peor cristiano que el judío converso, José Rodríguez cambio rápidamente su camisa vieja, cara al sol y bordada en rojo, por las pieles de un nuevo guanchismo reciclado. De ser un discreto burgués de provincias, españolista y devoto del taconazo en los cócteles de Capitanía General, se transformó sin transición en un furibundo independentista.

Pero como en un personaje así todo tiene que ser especial, su independentismo también resulta esquizofrénico: José Rodríguez cree en una Nación Canaria sin Gran Canaria, afirma que los hijos de la tercera isla llevan sangre negra en las venas y repudia a España para dejarse querer por Marruecos". Precisa descripción de la teoría la de José Esteban, al que todavía se le enredan los desfiles militares con el cubillismo rancio cuando, de vez en cuando, llama a los generales a sublevarse. Ya era hora, sí señor, que más voces se sumen contra el disparate y los ataques constantes a las libertades por parte de quien se irá de este mundo sin merecer siquiera otro premio más.

Remata el editorial tan celebrado: "Pero José Rodríguez Ramírez, que es dueño de sus ideas sobrevenidas, considera que quienes no piensen como él deben ser exterminados socialmente y políticamente. Como ocurre siempre con los grandes inquisidores, el meteco independentista de nuevo cuño ha transformado su labor de apostolado en una feroz persecución de todos los disidentes de su verdad oficial. Lo que incluye, naturalmente, a los políticos canarios que no se pliegan a sus consignas o no le hacen la pelota, al resto de los profesionales y, por supuesto, a los periódicos de la competencia".

CanariasAhora.com, 28-4-2013

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