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La Voz de Gran Canaria

De las tramas y lo que traman

De las tramas y lo que traman JOSÉ A. ALEMÁN

Tiene razón Paulino Rivero, ya ven, al hablar de cierta trama de empresarios grancanarios afines al PP que abusan insolidariamente de la posición en que están. Pero la pierde cuando anuncia que, si es necesario, dirá sus nombres en el “momento oportuno”. Debo preguntarle para quien sería oportuno el momento que elija y la razón de que se refiera sólo a la trama grancanaria, con olvido de la tinerfeña, que haberla, háyla.

Precisamente es el riesgo de que, ya puestos en plan y tú más, salgan a relucir las tramas tinerfeñas lo que induce a pensar que Rivero callará para siempre. O sea, que no habrá “momento oportuno” y de ahí que Soria haya salido, muy rufo él, a exigirle que cuente lo que sepa.

No se atreverá Paulino y nos quedaremos con las ganas. En el buen entendido de que esta guerra es cosa de ellos, allá arriba, porque al hombre de la calle, sea de la isla que sea, le interesa que Rivero largue por pura novelería, no porque espere que tan tremendas noticias y desvelamientos mejoren el mal gobierno y los abusos que padece ni conlleven mejor gestión de sus problemas cotidianos. Para esta gente sólo existen los grandes números y la preocupación de no quedarse sin cuchara.

En este contexto son higiénicas actitudes decentes como la de Antonio Morales, alcalde de Agüimes, que le ha plantado cara a la jarca de mandarines desvergonzados que nosotros mismos hemos puesto en los cargos. Morales sigue su lucha para salvar de la avaricia de Soria el Polígono de Arinaga. Ha despreciado, Soria, los esfuerzos por sacar adelante el Polígono y pretende desandar lo andado por otros para conseguir más fondos que derrochar. Si quieren referencias, ahí está el artículo de Morales en la prensa digital, titulado Chanchullo a todo gas que pueden leer cuando quieran, con lo que me ahorro contarlo aquí.

El título del artículo, lo de “chanchullo”, es significativo y ajustado a la que se trae Mauricio con la planta regasificadora que pretende instalar en Arinaga la empresa Gascan. Se lo ha tomado como asunto personal, sin que se sepa si actúa como consejero de Hacienda, como presidente de Gascan o a título de presidente del comité de contratación (de obras, of course) de la dicha empresa. Nunca fue Mauricio muy trabajador y sorprende ahora, la verdad, verlo tan ocupado a estas edades.

Por si alguien no lo sabe, Mauricio pertenece al grupo de maquinadores del desarrollismo insostenible. Al Polígono de Arinaga pretendieron trasladar la cementera de Arguineguín y la refinería de Santa Cruz para propiciar la especulación de esos terrenos. Y a Mauricio, específicamente, corresponden los intentos de imponer la urbanización de Veneguera, de construir puertos deportivos a mansalva para más cemento y alguna que otra lindeza.

Su empeño actual es, como digo, la regasificadora de Arinaga que, sostiene Morales, tendría dos depósitos de altura equivalente a un edificio de veinte pisos y con dimensiones de dos campos de fútbol. Y toda esa belleza, oye, a 500 metros de una población que, por supuesto, le importa tres pitos. Se le apuntó que, si tanto quieren gasificarnos, que instalen la planta en el mar, cosa que Mauricio, hombre experto también en materia energética, consideró disparatada. Lo que llevó a un lector de Morales a comentar que la instalación marina evitaría la costosísima la obra civil que habría que hacer en tierra, que es, justamente, el negocio.

A todo esto, ni siquiera nos han explicado la razón de que quieran gasearnos. O gasificarnos, que no sé bien la diferencia. Como al aguafirgas. El lector citado sabe de qué habla y dice que Endesa no quiere ni por nada plantas de gas en la Península, donde hay infraestructuras gasistas, porque es muy caro. Le interesan en Canarias, en cambio, porque aquí el sobrecosto de generar electricidad con gas lo pagaría el sistema de compensación eléctrico nacional. Las regasificadoras encarecerían el suministro eléctrico, pero eso es lo que menos importa a los mandarines.

El caso de Granadilla es muy parecido al de Arinaga y conviene no perderlos de vista a la espera de que llegue el momento oportuno para que Paulino diga, por fin, quienes son los malos.
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