Baraja vieja, baraja nueva
JOSÉ A. ALEMÁN
Tal y como les dije, las supuestas tensiones no buscaban sino darle un poco de interés al Congreso de CC. AM tragó, como siempre; Mauricio se avino, bonito fuera y los herreños se mantuvieron para que no se digan; o para que les digan desagradecidos. Carecen del mínimo de coherencia para que se produzca un mínimo debate: al final se llega siempre a los acuerdos precisos para el reparto del pastel.
Un Congreso sin pena ni gloria salvo para los involucrados que debe más su notoriedad a la atención informativa que le prestamos los medios que al interés que suscitado entre el público general y espeso. Por eso me ha llamado la atención la homilía de El Día correspondiente a ayer domingo donde habla de la reacciones y lo mucho que ha dado que hablar en Gran Canaria (perdón, G.Canaria) el nuevo Gobierno de Adán Martín que, por lo visto, es de un equilibrio exquisito. Será que yo vivo en otra isla porque, la verdad, en la que transito no he oído una palabra más alta que otra y sí que he apreciado desinterés tanto por el Gobierno y su composición como por el Congreso de CC. No sé si eso es bueno o es malo, pero es lo que hay.
Ya han logrado que haya dos Canarias, la de ellos con sus cargos, gobiernos, himnos, negocios y tarjetas oro y la que percibimos otros, quienes vamos perdiendo la ilusión por Canarias. No por razones políticas sino existenciales. Ya da igual quien forme Gobierno porque, ya ven, mola más, por ejemplo, la malvada curiosidad por ver como se las arreglará Marisa Tejedor para sacudirse el sambenito de insularera ática a tope. Ella dice que nos lo demostrará pero no debería llevar su empeño a cotas heroicas, no vaya a subírsele la presión. Que no se pase ni vaya más allá del deber.
Así como hay información del Congreso de CC no he visto aún en el momento de escribir, por ninguna parte, rastro de la reunión paralela de Asamblea por Tenerife. No los mento porque me llame la atención el silencio sobre una gente con mala Prensa en Tenerife sino porque el otro día, al hablar de ellos, los bauticé como Alternativa. Lo curioso es que en mis notas estaba muy clarito lo de Asamblea, lo que hace aún más sorprendente el lapsus. Es más: al revisar el texto antes de enviarlo leí Asamblea donde decía Alternativa. Va a tener razón nuestro lector ático habitual que me recomienda ir al loquero cada vez que me extiendo más de lo que está dispuesto a tolerar contra las siglas de sus amores.
Como habrán comprendido no estoy por la labor de tomarme en serio a CC, a su Congreso ni al Gobierno tan equilibradito. Es muy sano olvidar todo eso. Ellos mismos reconocen ya que han perdido media legislatura y no veo razón alguna para esperar que la cosa cambie. Estamos ante el fracaso de la autonomía canaria y eso no se arregla sino con reformas profundas y menios chau-chau. Reformas estatutarias, por supuesto, de cara, entre otras cosas, a poder convocar elecciones anticipadas en situaciones políticias como la que hoy vivimos con este pobre Gobierno; pero sobre todo de sistema electoral para eliminar el gran déficit de representatividad del que es lo más flagrante la posibilidad, que ya ha dado, de que salga presidente un desconocido en seis de las siete islas que ni siquiera tienen la oportunidad de votarle. O botarlo, que también hace ilusión. Por no hablar del valor distinto de los votos isleños según en qué isla se ha nacido.
No creo que merezca la pena tomarse en serio a una gente que no se atreve a coger bien cogido el toro de estas reformas por los cuernos porque, no nos engañemos, las carencias de representatividad les beneficia. O sea: la cuestión es si aceptamos su baraja para jugar o simplemente la rompemos y que saquen otra nueva. Desde luego, como esto siga así a mí no me vuelven a coger en una urna.
....................................................................................................
Tal y como les dije, las supuestas tensiones no buscaban sino darle un poco de interés al Congreso de CC. AM tragó, como siempre; Mauricio se avino, bonito fuera y los herreños se mantuvieron para que no se digan; o para que les digan desagradecidos. Carecen del mínimo de coherencia para que se produzca un mínimo debate: al final se llega siempre a los acuerdos precisos para el reparto del pastel.
Un Congreso sin pena ni gloria salvo para los involucrados que debe más su notoriedad a la atención informativa que le prestamos los medios que al interés que suscitado entre el público general y espeso. Por eso me ha llamado la atención la homilía de El Día correspondiente a ayer domingo donde habla de la reacciones y lo mucho que ha dado que hablar en Gran Canaria (perdón, G.Canaria) el nuevo Gobierno de Adán Martín que, por lo visto, es de un equilibrio exquisito. Será que yo vivo en otra isla porque, la verdad, en la que transito no he oído una palabra más alta que otra y sí que he apreciado desinterés tanto por el Gobierno y su composición como por el Congreso de CC. No sé si eso es bueno o es malo, pero es lo que hay.
Ya han logrado que haya dos Canarias, la de ellos con sus cargos, gobiernos, himnos, negocios y tarjetas oro y la que percibimos otros, quienes vamos perdiendo la ilusión por Canarias. No por razones políticas sino existenciales. Ya da igual quien forme Gobierno porque, ya ven, mola más, por ejemplo, la malvada curiosidad por ver como se las arreglará Marisa Tejedor para sacudirse el sambenito de insularera ática a tope. Ella dice que nos lo demostrará pero no debería llevar su empeño a cotas heroicas, no vaya a subírsele la presión. Que no se pase ni vaya más allá del deber.
Así como hay información del Congreso de CC no he visto aún en el momento de escribir, por ninguna parte, rastro de la reunión paralela de Asamblea por Tenerife. No los mento porque me llame la atención el silencio sobre una gente con mala Prensa en Tenerife sino porque el otro día, al hablar de ellos, los bauticé como Alternativa. Lo curioso es que en mis notas estaba muy clarito lo de Asamblea, lo que hace aún más sorprendente el lapsus. Es más: al revisar el texto antes de enviarlo leí Asamblea donde decía Alternativa. Va a tener razón nuestro lector ático habitual que me recomienda ir al loquero cada vez que me extiendo más de lo que está dispuesto a tolerar contra las siglas de sus amores.
Como habrán comprendido no estoy por la labor de tomarme en serio a CC, a su Congreso ni al Gobierno tan equilibradito. Es muy sano olvidar todo eso. Ellos mismos reconocen ya que han perdido media legislatura y no veo razón alguna para esperar que la cosa cambie. Estamos ante el fracaso de la autonomía canaria y eso no se arregla sino con reformas profundas y menios chau-chau. Reformas estatutarias, por supuesto, de cara, entre otras cosas, a poder convocar elecciones anticipadas en situaciones políticias como la que hoy vivimos con este pobre Gobierno; pero sobre todo de sistema electoral para eliminar el gran déficit de representatividad del que es lo más flagrante la posibilidad, que ya ha dado, de que salga presidente un desconocido en seis de las siete islas que ni siquiera tienen la oportunidad de votarle. O botarlo, que también hace ilusión. Por no hablar del valor distinto de los votos isleños según en qué isla se ha nacido.
No creo que merezca la pena tomarse en serio a una gente que no se atreve a coger bien cogido el toro de estas reformas por los cuernos porque, no nos engañemos, las carencias de representatividad les beneficia. O sea: la cuestión es si aceptamos su baraja para jugar o simplemente la rompemos y que saquen otra nueva. Desde luego, como esto siga así a mí no me vuelven a coger en una urna.
....................................................................................................
0 comentarios