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La Voz de Gran Canaria

El saqueo de Gran Canaria

<b>El saqueo de Gran Canaria</b> FRANCISCO J. CHAVANEL

Ni la certeza más cierta me permite participar en esta ola de pesimismo que se detecta en una amplísima mayoría de la sociedad grancanaria. Sé de sobra que son ejército los perseguidos, diarias las llamadas amenazantes; sé que se anuncian ruinas en negocios prósperos, y sé que el reparto de la riqueza se concentra peligrosamente en manos de cuatro privilegiados. Y sabiéndolo, y conociendo como conozco a los componentes de El Clan de la Avaricia afirmo que ninguna impunidad es eterna.

Y, además, lo que vivimos no es nuevo. En 1999, en aquel diciembre del autohomenaje a Mauricio, con la inmensa mayoría de las fuerzas vivas vitoreando al conseguidor, con 17 discursos a cada cual más vergonzante, las cosas resultaban, como mínimo, tan desalentadoras como ahora. Mauricio no tenía a Soria consigo pero tenía a Bravo, y tenía al PP de Madrid, al mismo PP central que meses después le daría 40 millones para su célebre fundación, (fundación de la que alerto por si pudiera convertirse en el futuro en un centro de camuflaje de financiaciones irregulares). Y tenía a la mayoría elefantiásica de los empresarios consigo. Y tenía La Caja. Y al periódico La Provincia incondicionalmente consigo.

Mauricio se movía por el Banco de España como Pedro por su casa, cenaba con Rodrigo Rato, y desayunaba con Emilio Botín. Y no obstante todo aquel poder plenipotenciario y aplastante, se fue desintegrando poco a poco, pese a que luego fichó para su equipo a José Manuel Soria tras una entrevista con el ministro Acebes, con contenido sorpresa y de la que algún día se sabrá.

Hoy Mauricio se presenta en sociedad con menos empresarios, sin el apoyo de Madrid, con otro periódico al lado, Canarias7, con un Soria cada vez más alejado de la senda de la decencia, y con la Consejería de Economía y Hacienda en su poder, que es influencia indudable y que acojona lo suyo. Pero Mauricio también se presenta como el aliado preferente de ATI, su traidor querido y amado que conspira por la ejecución de los críticos a la oficialidad en Lanzarote, Fuerteventura, y Gran Canaria. Su sumisión hacia el insularismo tinerfeño, y la complicidad de Soria, dejan a Gran Canaria expuesta al saqueo de la isla de enfrente. Que el consejero de Economía y Hacienda, y que el presidente del Cabildo de Gran Canaria, se nieguen a alzar su voz ante el cierre de Hecansa, el intento de freno de Pilar Parejo del desarrollo de las costas de la provincia oriental, el vaciamiento progresivo de las distintas consejerías, la estrategia de ubicar la sede de la ZEC en Tenerife, o la cobiellanización del Gobierno en materia de Sanidad, supone en la práctica el aniquilamiento del denominado equilibrio regional, y permiso y franquicia para tres años más de pillaje.

El gitaneo de Mauricio le lleva a incorporar fórmulas propias de ATI para sobrevivir, tales como vincular negocios y política de forma natural, que es lo que durante lustros han venido haciendo a la vista de todos los tinerfeños Manuel Hermoso, Adán Martín, José Miguel González, José Carlos Francisco, y Miguel Zerolo. La excusa allí es que el pleito insular continúa, que Gran Canaria es insaciable, que la defensa de la sacrosanta isla supone elegir un mal necesario. Por supuesto: consagrar una política de igualdad, de relativo equilibrio en el Archipiélago, significaría del desmantelamiento de ATI.

Mauricio es un hombre solo, sin partido. Y Soria un individuo con una ambición de momento incumplible. La presumible victoria del PP el 14 de marzo lo catapultaba como virtual presidente regional en 2007. Los fundamentalistas islámicos le volatilizaron la grandeza de su futuro. Ahora se le ve incómodo en el Cabildo, periférico y a disgusto, como si estuviera en una trampa. Y toda su política se reduce a hacer lo mismo que Mauricio: tiranía con los débiles, sumisión a ATI en la esperanza de por mor de las rotaciones presidenciales él sea el próximo en la ruleta, o en 2011.

He aquí el enorme talón de Aquiles de la pareja. ¿Perdonará Gran Canaria el evidente paso atrás que está dando en los presupuestos, el saqueo al que es sometida por parte de ATI, culpa de los que ubicados en el poder en representación de Gran Canaria, lo permiten por razones estrictas de índole personal, en la seguridad de que viven en el paraíso de la impunidad?

Esta etapa de hastío y desprecio a las normas democráticas más elementales, es cierto, ya la vivimos, no nos es extraña; tal vez lo que nos desmoralice sea vivirla por segunda vez cuando creíamos que habíamos avanzado hacia un escenario distinto. Pues no. El escenario se repite, posiblemente porque entre todos hemos permitido que el mayor corruptor de Canarias siga en política, cuando estaba al borde de la eliminación. ¿Y qué falló…? Falló Román al no aceptar la Consejería de Economía y Hacienda; falló Juan Francisco García que le entregó Canarias7 como arma mediática, y siguió fallando Soria, que de líder de la regeneración ha pasado a líder a regenerar. Pero también hemos fallado los que componemos la llamada sociedad civil. Nos hemos callado y aquietado; nos hemos ido con el rabo entre las piernas mascullando frases impronunciables y no hemos presentado la más mínima oposición durante meses. Por miedo, claro, pero es del miedo precisamente de lo que se nutren las hienas.

De modo que esta batalla hay que disputarla, incluso aquellas donde las posibilidades de vencer sean mínimas. Hay que disputarlas por el gusto de disputarlas; porque cuanto más grandes y difíciles sean los objetivos más satisfacción sentiremos si el canalla se atasca, si logramos que su verdadero rostro salga a la luz. Y no pensemos que son invencibles e intocables, pues cometen bastantes más errores de lo que parece a simple vista. Los cometen porque van muy deprisa, urgidos por los compromisos, los tantos por cientos, y por la costumbre del ordeno y mando. Pero el campo de batalla está lleno de huellas y por eso no tengo la menor duda de que los practicantes de esa felación a Eustasio López, que recibe el nombre de Casino, acabarán purgando su prepotencia. Y lo del istmo, póngase como se ponga el Clan de la Avaricia, no saldrá como ellos quieren. O lo pactan con la mayoría, o entre todos…, entre Bruselas, Madrid, los arquitectos, la sociedad en general, otros empresarios, medios de comunicación libres, entre todos, digo, lo impediremos.
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